domingo

¿Quien goza de ese cuerpo?


Además de los cuentos infantiles, todos sabemos mucho sobre historias, de aquellas que Freud llamaba novelas neuróticas, historias infantiles, con nuestros mitos referidos a esas historias.
Los psicoanalistas, desde Freud hasta hoy, hemos optado por escuchar historias, sostenida esta actividad por una necesidad y metodología clínica. ¿Por qué?
Porque la historia en tanto letra bordea lo que deja afuera, y es inevitable que esto sea así. Solo se historiza aquello que podemos integrar en el edipo, aquello que tiene que ver con la represión, con la castración, en consecuencia no se integra lo demás de la estructura. Es decir hay elementos de la estructura del sujeto que al no pasar por la represión, no tienen historia. Esto es lo real, y esa es su condición: estar por fuera de la historia del sujeto. Este “fuera del sujeto” aparece en la clínica en el “campo del Otro”: en la Psicosis en forma de alucinaciones, e incluso en el propio cuerpo en el llamado fenómeno psicosomático.
María de 51 años entra al consultorio, se sienta y comienza a buscar nerviosamente en su cartera, saca muchos papeles y recetas de varios colores, diciendo que la doctora de medicina general la derivó a la psiquiatra por gastritis, y que a su vez la psiquiatra “me mandó acá para realizar un psicoanálisis o una psicoterapia”.
Enseguida cuenta de la operación en que le quitaron el útero (histerectomía) a causa de un fibroma, que es asmática desde hace pocos años, y que tiene que darse una inhalación de ventholin cada 6 hs. y una de beclomol cada 12. Esto en los primeros 20 minutos de consulta.
A continuación dice “hay todo un tema con mi madre”: frase que repetirá incontables veces en las consultas siguientes. Se puede inferir que hay relación entre las lesiones y su madre, pero que ella le pueda encontrar la conexión ya es otra historia.
María es casada y divorciada dos veces, teniendo un hijo de cada matrimonio. Las relaciones con sus maridos no fueron muy buenas. Se casó, dice: “para salir de mi casa, con el primero que se me cruzara”.
De lo que poco que habla de sus hijos, cuenta que el mayor está casado, vive en el exterior y tuvo un hijo varón cuando ocurría el atentado a las torres gemelas. Con él se comunica básicamente a través de cartas, adquiriendo esta forma de comunicación especial relevancia como veremos mas adelante.
María vive con su hijo menor, de 18 años, con quien también mantiene una relación problemática. Cuenta los reclamos que éste le hace sobre las cosas que tiene que hacer, como por ejemplo: limpiar la casa y tirar los objetos rotos e inservibles (fuentes, platos, botellas, frascos etc.) que viene acumulando hace mucho tiempo -al punto que no hay lugar en la casa donde no marquen su presencia -. Describe una situación caótica en donde los objetos están por todas partes, incluso debajo de la cama. A esto se agrega que los materiales que utiliza para hacer sus artesanías también se encuentran diseminados por la casa. Ella trabaja con madera, cuadros y espejos.
María se muestra como una persona muy triste e infeliz, incluso se refiere a sí misma como una persona depresiva.
“Estoy sumida en un pozo que no le encuentro salida, no se si tengo deseo de salir de ahí . No encuentro fuerza, no encuentro voluntad, por qué hacer las cosas. No tengo ganas de lavar, de limpiar, de nada. Necesito algo que me distraiga, que me dé un poco de ánimo. Estoy todo el día tirada sin ganas de hacer nada.”
Ese estado de ánimo lo podemos asociar a las pérdidas sufridas a lo largo de su vida, con una consecuente dificultad para elaborar los duelos. Su padre falleció cuando ella tenía 26 años, el hermano a los 43; la histerectomia se la hicieron a los 50 y particularmente una pérdida que se le presenta en las fantasías y que la angustia mucho: la muerte inminente de su madre, de 86 años.
El duelo decía Freud es una reacción de defensa, una pérdida que atañe a la existencia, un agujero en lo real, una falta en lo real, completara Lacan.
Comúnmente ante las pérdidas los sujetos elaboran una respuesta: síntomas conversivos. Pero cuando no se dispone de recursos simbólicos para responder, reaccionan con lo real orgánico. He aquí una relación fundamental entre pérdida, su duelo correspondiente y el fenómeno psicosomático.
¿Frente a qué pérdida reacciona con lo real orgánico esta paciente? ¿Y cuál es el objeto que está en peligro?,
Tiene que ver con la pérdida de la madre, con las implicaciones que esto tiene en la identidad y el deseo de la paciente. Es justamente frente a este imaginario de la pérdida de la madre que se producirían sus lesiones.
Desde el inicio hubo dificultades para que se instale la transferencia, ya que no había demanda, pregunta, ni síntoma a interrogar para poner a trabajar el inconciente. María hablaba de sus lesiones, pero esas palabras no estaban subjetivadas. Esto se observa claramente, ya que su saberse enferma no la hace cuestionarse ni sentirse implicada en relación a esa enfermedad.
Si tiene preguntas, estas nada tienen que ver con su enfermedad.
En María hay un lugar silenciado, sileo, que no asocia, que no dice. No es el mismo silencio que en la histérica, que habla mucho para guardar su secreto, pero no puede evitar que éste discurra en su discurso.
Hay como un cortocircuito que hace que de esa lesión la paciente no pueda hablar, no pueda subjetivarla. Esta lesión no es un significante, es como un tatuaje inscripto en la piel, que suple al significante que falta, pasando a representar el sujeto ante los demás, a modo de tarjeta de identidad -como veíamos en la modalidad de presentación de María-.
Ese goce del Otro, eso que “sigue ejerciendo presión adentro mío, por momentos no me deja ser, no me deja salir”, lo vemos en su asma. Es como un goce sacrificial, un goce peligroso, porque el Otro toma al cuerpo del sujeto como objeto. En la parte del cuerpo en que María padece un fenómeno psicosomático, ahí completa a su madre como objeto a, en lo real, haciendo de tapón al acceso a su propio inconciente. Una parte del cuerpo es entregada a la madre, y tomada por el goce del Otro.
Allí parecería que no hubiera nombre del padre que en su función de nominación de su goce, de lo que se puede, de lo que no, interrogue sobre el deseo de la madre primordial.
¿Quién goza entonces en ese lugar del cuerpo lesionado?
Goza cualquier cosa menos María. Por el contrario ahí es gozada por el Otro. Es posible considerar ese lugar como una actividad unificadora del sujeto dividido, actividad que sería antecesora al yo, por lo que no podemos hablar de subjetividad constituida en ese punto. Es un goce que Lacan llama goce específico, y que trasciende los propios límites del fantasma.
Limites que si la ley, como ley de prohibición del incesto, que permite el Deseo como castración simbólica hubiera entrado en juego, se hubiera producido una limitación del goce. Limitación de goce que en ésta paciente falló, no produciéndose la metáfora paterna a nivel de esos puntos del cuerpo, quedando a expensas del goce materno.
Ese Otro (madre) se le presenta como no castrado, no aparece como deseante, permaneciendo el ser de la paciente entonces sujetado al discurso del Otro.
María se presenta fundamentalmente a través del discurso materno, incluso imitando su acento español. “Así paso la vida en el que dirán”, así como ella pasó varias entrevistas hablando a través del discurso de su madre, lo que llevó a preguntarle ¿y Ud. que dice?. A lo que responde con un silencio, seguido de una anécdota en donde importaba mucho lo que su madre tenía para decir de esa situación. Así también ella, al igual que su madre, pasa la vida en el que dirán. En el que dirá su madre.
Su discurso es hablado por otro, siéndole muy difícil entrar en la dimensión del qué diré.
Esto enmarcado en una situación analítica, con grandes montos de agresividad, indicando que ahí se están jugando la instancia de alienación y separación, y esta última no se puede efectuar a no ser con cierta agresividad narcísistica en la prosecución de la identidad de María.
“No sabia dar un paso si no me lo decía mi madre”. “Voy a morir a ella”
Me preguntaba entonces si su madre de 86 años muriera, ella ¿podrá seguir adelante, podrá dar un paso hacia adelante?. ¿Se romperá ese fantasma especularizado en su madre?
La presencia fantaseada de una muerte inminente de la madre, la confronta con un agujero, con un vacío, dejándola en la impotencia, ante la desaparición física de esa madre que se le presenta como omnipotente.
“A mi padre lo tenía de pelele. Todas esas cosas que yo veía que ella hacia con mi papa, las quería hacer en mi matrimonio, pero no resultaron”
Esto junto a otros elementos nos habla de una repetición de lo que su madre hace, se presenta como doble especular de la madre, identificada desde el deseo del Otro. Al punto que esa comunicación que la madre tuvo con ella durante 20 años a través de cartas, la repite con su hijo mayor que está en el exterior. De las cartas de su madre dice:
“cartas horribles tratándome de mala mujer, cosas que no se le dicen ni a una prostituta”
“No puede haber ser humano que le diga esas cosas a su hijo”.
Esos insultos perdurarán hasta el momento de la consulta.
Es claro que María tiene dificultades para ser confirmada como sujeto deseante por su madre, quien no reconoce las diferencias. Diferencias que esta paciente intenta marcar durante todos los encuentros, para no quedar más pegada de lo que está.
¿Cómo pudo haber influido entonces el hecho de haber sido una hija no deseada, no querida?
“Mi madre detesta a las hijas mujeres”, “la palabra niña para ella es algo desagradable. “Te aseguro yo que va a ser un chico, si llega a ser niña la ahogamos en la pileta entre los dos”, le dijo su madre al marido cuando María estaba embarazada de su segundo hijo.
La palabra mujer para ella”... dice deteniéndose ante la angustia que la invade, completando con: “Para ella soy la oveja negra”
En relación a la pérdida del útero, de las palabras de su madre se puede leer: que “no sea niña”, apuntando a la dimensión del ser o incluso que no-sea-niña, apuntando más a su ser femenino. De hecho María es una persona obesa que se viste cubriendo todo el cuerpo con ropa holgada no permitiendo ver sus razgos sexuales femeninos.
Para terminar, en relación a la dirección a seguir, es posible pensar entonces que el primer tiempo de tratamiento pueda consistir en armar las coordenadas para que un trabajo de duelo sea posible en tanto esas pérdidas que se inscriben en lo real del cuerpo colocan a María en una posición en la que es necesario ofrecerle un espacio para tramitar, bordear, con sus escasos recursos simbólicos este agujero.
No sólo la pérdida en lo real del cuerpo si no también “el agujero de la pérdida en lo real, de algo que es la dimensión, propiamente hablando, intolerable, ofrecida a la experiencia humana, y que no es la experiencia de la propia muerte, que nadie tiene, sino de aquella de la muerte de otro que es, para nosotros, un ser esencial.1
Estas palabras nos orientan respecto de la posición de María en relación al enigma del deseo materno, y por ende, a la relación enigmática con su propio deseo y que la ubica en un lugar muy delicado. Se vislumbra un posible quiebre en caso de no poder zafar del estrago materno y tramitar el duelo que esto implica.


BIBLIOGRAFIA
Bekerman, J. Sobre la cleptomanía y el deseo de la madre. En Acheronta. Revista electrónica: www.acheronta.org
Billiet, L. E. Psicosomatica: ¿Qué mas me pasa? En Tatuajes. Revista electrónica: www.psiconet.com/tatuajes
Freud, S. “Introducción al narcisismo”; “Duelo y Melancolía”. En O.C. T. XIV. Ed. Amorrortu. Bs. As.
Freud, S. “La experiencia de satisfacción”, en Proyecto de una psicología para neurólogos. O. C. T III. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid. 1967.
Freud, S. “La sexualidad femenina”. En O.C. T. XXI. Ed. Amorrortu.
Freud, S. “La femineidad”. En O.C. T. XXII. Ed. Amorrortu.
Freud, S. “Psicología de las masas y análisis del yo”. En O.C. T.I. Ed. Biblioteca nueva, Madrid, 1967.
Frigeiro, S. “Psicosomatica: una cuestión de limites”. En Tatuajes. Revista electrónica: www.psiconet.com/tatuajes
Foulkes, E. “El cuerpo sufriente del significante”. En Erresei. Publicación de la Escuela Freudiana de Montevideo. Nº 1. 1999
Lacan, J. Los escritos técnicos de Freud. Seminario 1. Ed. Paidos. 1953-54.
Lacan, J. El deseo y su interpretación. Seminario 6. Versión Inédita. 1958-59.
Lacan, J. Escritos I. Ed. S. XXI. México. 1971.
Lacan, J. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Seminario 11. Ed. Barral, Barcelona. 1977.
Lacan, J. De un otro al Otro. Seminario. Versión Inédita. 1968-69.
Lacan, J. Encore. Seminario XX. Ed. Paidos. Barcelona, 1981.
Landeira, R. “Historias de amor de locura y de muerte”. Seminario. 1998.
Méndez, H. R. “Con un duelo en el cuerpo” (o el mirar del analista). En Erresei. Publicación de la Escuela Freudiana de Montevideo. Nº 1. Mdeo, 1999.
Ojeda, A. “Duelo a muerte”. En Erresei. publicación de la Escuela Freudiana de Montevideo. Nº 1. 1999
Quijano, L. “Goce en los fenómenos psicosomaticos”. En Erresei. publicación de la Escuela Freudiana de Montevideo. Nº 1. 1999

Notas:
1) Jacques Lacan, Seminario 6, clase 18.

sábado

El Gran Ojo TV (2003)

“Lo esencial es invisible a los ojos”
Saint Exupery.



Asistimos a tiempos de revolución multimedia, con la consecuente transformación en el homo sapiens (1), produciendo cierto desplazamiento de la palabra por la imagen. Ya ha quedado atrás el hombre de la cultura escrita. Y para todo ello la televisión juega un papel fundamental.
La pugna de lo visible versus lo inteligible es cada vez mas notoria en programas que se han abocado hacia la primera modalidad, llenando espacios con cataratas de imágenes simultaneas sucedidas entre si con poca o ninguna relación. Tal es el caso de la publicidad de MTV, donde prima el ver sobre el entender.


La primera pregunta que surge en relación a esto es: ¿la palabra esta siendo destronada por la imagen ?¿Cuál es la enseñanza que están teniendo los niños del presente en relación a la influencia de las imágenes?

Si hay algo que hace diferente al hombre del resto de los animales, (incluido sus primos primates) es su capacidad simbólica. Esto es indiscutible. El homo sapiens siempre fue en su esencia simbólico, entendiendo por esto su capacidad de comunicar a través de un lenguaje. Un tal Karl Von Frisch hablaba de un lenguaje animal, tomando como referencia el lenguaje de las abejas, a lo cual Oscar Masotta en broma decia: ¿han visto alguna vez a una abeja que haga un chiste y envíe a sus compañeras en dirección equivocada?

Con Lacan quedo clara la importancia que adquiere el significante y la lengua para la conformación del sujeto freudiano: el inconciente.

De las investigaciones psicoanalíticas se desprende que el niño es llevado por la madre (o quien este en la función materna) a reconocer su propia imagen en el espejo, imagen que se le muestra homogénea anticipando la forma total de su cuerpo. Este hecho es mas sorpresivo aun porque el todavía no ha alcanzado el dominio de ese cuerpo que se le presenta fragmentado y casi sin control. El niño entonces se posiciona en primer lugar como un otro, alienado a una imagen que en principio no reconoce sino por la presencia de un tercero.

De esto se infiere que la alienación del sujeto a la imagen es inherente a su propio desarrollo como sujeto. A pesar de ello Lacan en el seminario 11 plantea que a diferencia del animal el sujeto no queda totalmente preso (alienado a la imagen) de la captura imaginaria e incluso es capaz de orientarse en la pantalla que le ofrece el otro. ¿Cómo? aislando la función de la pantalla y usándola como mediadora.

Parecería que estamos asistiendo a una nueva alienación del sujeto, una nueva subversión del sujeto, de la mano de una progresiva destronación de la palabra por la imagen. Con los nuevos medios multimedia, que no solo incluye la palabra escrita, y oral sino también, la imagen y el sonido. En particular me interesa analizar lo que la televisión representa, en su calidad de medio visual, por sobre el resto. Ya que se dice que una imagen vale mas que mil palabras. “Non videre ergo non est”. Banalización de la palabra, ajusticiada por una imagen que hace cada vez mas pobre al lenguaje conceptual, siendo el paradigma los informativos en donde se repite con palabras lo que se muestra en imágenes.
En este sentido uno de los inventos tecnológicos mas novedosos de las últimas décadas, se ha convertido al decir de Giovanni Sartori (2) en un instrumento culturalmente regresivo.
A nadie se le escapa el hecho que nuestros niños pasan cada vez mas horas frente al televisor, siendo el sustituto de la educación paterna, e incluso introduciendo al infante a un mundo de imágenes que aun no comprende que significan, antes incluso de que haya adquirido el uso de la palabra.

¿Qué alienación esta acompañada en el acto de tele-ver?
¿Qué lugar estará reservado a la palabra en un mundo donde la imagen lo es todo?

Desde hace años una frase de un importante informativista conocido por todos, repica en nuestros oídos, oficiando de despedida: “así esta el mundo amigos”.

Interesante frase para pensar, ya que el efecto en principio es justamente una anulación del pensamiento, no dando lugar a la interrogación. “Así está el mundo”, no hay nada mas que ver y menos que pensar.
Frase que nos remite al concepto de “aldea global” (3). Y aunque este término sea ambiguo da exactamente en el centro de lo que representa la televisión en la cultura.

Es claro que la televisión anula las distancias visuales (4). Nos hace ver al instante lo que sucede en lugares remotos, creando una ilusión de que asistimos a todo lo que pasa en el mundo y que la televisión llega a todo el mundo. Sabemos que ni una cosa ni la otra son así. Nos enteramos de una ínfima parte de los que sucede, ya que ni siquiera con un informativo las 24 hs. se podrían cubrir todas las noticias. Por lo que hay que hacer una selección. Edición es el término técnico para nombrar el recorte arbitrario que los productores hacen. Y aunque hay muchos informativos nunca deja de asombrar el hecho de que todos pasen las mismas noticias, reafirmando esa ilusión, con que queda el tele-vidente de que “así esta el mundo”, es lo que hay.
Por otra parte quedan millones de personas, (aunque Ud. no lo crea) que aun no poseen televisión y por tanto estas noticias no le llegan.

La alienación nuestra de cada día.

La relación sujeto-objeto para el psicoanálisis no esta dada de antemano, es una construcción, y esta mediada por la estructura del lenguaje.

Es justamente la esquicia entre la mirada y la visión la que hace de la pulsión escópica la que más elude a la castración. Porque se las arregla para quedar por fuera del registro de lo simbólico.
Una cosa es el perceptum y otra el percipiens. En el caso de la pulsión escópica la separación del objeto induce la escisión, la esquicia del ojo y la mirada. Siendo la mirada exterior (objeto) respecto del ojo (órgano). Los psicoanalistas sabemos de la impureza del perceptum escópico de la mano de la topología de Lacan. Sin embargo crean la ilusión de que al gran ojo (el Otro con mayúscula) no se le puede escapar ni el más mínimo detalle.
El gran ojo de gran hermano lo ve todo, recordando al efecto buscado en el icono publicitario que tiene una empresa de señal por cable, con una gran cabeza-ojo bien abierta al mundo.
Esto nos recuerda que vemos desde un solo punto, pero que en contrapartida somos mirados desde todas partes, siendo los reality shows televisivos el súmmum de esta premisa.
Asistimos al panóptico de Bentham en su versión postmoderna. Lleva la invisibilidad del observador al extremo, expresada en las múltiples cámaras visibles y ocultas que están diseminadas por toda la casa.

Nos estaremos convirtiendo en un “homo videns” (5)? En el sentido que todo pasa inevitablemente por la mirada como método de re-conocer-nos en el mundo.

La mirada es perdida entonces en la visión, no se ve en la imagen y sin embargo es esencial en la visión. En este sentido la mirada en tanto objeto faltante constituye el campo escópico.

En el caso de los reality show no solo son miradas que miran, (las cámaras) sino miradas que muestran.

¿Hacia donde va el sujeto en esta nueva experiencia que desnuda la razón y lo inviste de exhibicionista en un caso y de voyeur en el otro?

El concepto de reality show encierra en si mismo una falacia. Nada más engañoso que darle el tinte de realidad a algo que es un show editado (recortado) por los productores, y además en condiciones totalmente anómalas en relación a la vida "afuera de la casa".
Y lo interesante del asunto es preguntarse ¿por que programas como operación triunfo, Gran Hermano y otros, tienen tanta audiencia? Y en contrapartida ¿Es solo por el afán lucrativo que los participantes se exponen voluntariamente al encarcelamiento híper controlado para ser observados por el gran publico?. Debe haber algo más.

Aquí cuenta no solo mirarse, sino ser mirados y mas aun hacerse mirar.

Permite al sujeto fantasear engañarse con su reflejo en la pantalla, al mismo tiempo que goza con la mirada pero sin ser descubierto por quien mira. El tele vidente esta amparado por la seguridad y distancia que marca la “tele- visión” (mirar a distancia) encerrado en cuatro paredes, “espiando la casa en vivo”, pero sin ser visto. Que mejor ejemplo de alienación del sujeto a la imagen del semejante, ese que se le presenta como otro, pero teniendo su misma esencia, intentando robarle algún secreto, descifrando así el misterio acerca de su propia condición de sujeto deseante.
Se podría leer ese acto de mirar como un intento de responder a la pregunta ¿qué desea el otro?, y en el mismo momento apunta al ser mismo de quien se interroga y que en definitiva lo que quiere saber es: ¿qué deseo yo? Característica del sujeto neurótico, encontrado y al mismo tiempo encerrado (alienado) a la imagen de otro.

¿qué es lo que se proyecta en la pantalla que tanto fascina? Habrá cierto retorno incestuoso a la escena primaria en ese acto de tele-ver?
Entre la esquicia del ojo y la mirada esta la pulsión escópica puesta en juego en la tele-visión.
¿Será este objeto televisor un intento de presentificación de esa separación primitiva del objeto de nuestro deseo? ese objeto que esta separado del cuerpo hace mucho tiempo.

Es claro que el sujeto a través de la mirada captura al otro (como) pantalla y desde el se ve, y de ese verse en el otro aparece un punto de goce que esta siendo en estos tiempos cada vez mas escurridizo a la palabra. Ya que una imagen genera otra imagen y no conceptos, aunque la forma que tengamos para exorcizar las imágenes y no quedarnos pegados a la pantalla es justamente el don de la palabra.

Todos gozan a través de la mirada. Por un lado los participantes gozan haciéndose ver, y los teleespectadores gozan mirando sin ser mirados, en un goce cuasi perverso tal cual un voyeur, aunque sea bien neurótico.

¿Qué de la repetición esta en juego, si siempre la mirada del Otro nos vuelve al mismo lugar? A modo de hipótesis propongo que ese lugar de regreso no es otro que al lugar del goce incestuoso, colocándonos en la posición de objeto de ese Otro primordial.

Es entonces la mirada el punto de unión entre mirados y mirantes, ya que en definitiva a través de ella el sujeto goza mirándose desde la pantalla del otro. Siendo claramente una modalidad de alienación al Otro (el gran Otro que puede ser perfectamente la cultura mediática) en el primer caso y al otro (el semejante) en el segundo.
Porque ahí donde ponemos al otro nos encontraremos nosotros en una determinada posición, vuelta contingente ya que la mirada produce imágenes sobre la pantalla, pero a condición de que haya alguien ahí para verlas.


[1] Termino utilizado por primera vez por Linneo en 1758 en “Sistema de la Naturaleza”.
[2] Giovanni Sartori. El Homo Videns. La sociedad teledirigida. Ed. TAURUS. Madrid, 1998.

[3] Concepto acuñado por Marshall McLuhan.
[4] El termino Tele visión significa justamente visión a distancia.
[5] Termino acuñado por Giovanni Sartori. El Homo Videns. La sociedad teledirigida. Ed. TAURUS. Madrid, 1998.

De la peligrosidad del loco y de la locura del delincuente (2000)

CRIMENES, CASTIGOS Y SOCIEDAD

En este trabajo intentaré seguir determinada línea acorde con los conocimientos adquiridos durante el curso de Psicología Forense, tratando de llegar un poco más lejos en el aprendizaje y enriquecimiento que siempre se genera en este tipo de instancias. El tema está profundamente relacionado y atravesado por las relaciones entre la Psicología, la Psicología Forense y la sociedad. Para realizar la introducción me voy a apoyar principalmente en M. Foucault, que como se sabe es un estudioso de la/s historia/s o procesos que dieron lugar al surgimiento y posterior evolución del Derecho Penal, de la Medicina y Psiquiatría. Sus genealogías en este sentido son de gran ayuda para contextualizar este trabajo, aportando una visión interesante del tema. Foucault además fue uno de los fundadores del “Grupo de información sobre las Prisiones”, ayudando a darle voz a los presos.

Según Foucault habría dos historias de la verdad: una es una especie de historia interna de la verdad, la que se hace a partir de la historia de las ciencias; la otra una historia externa, exterior a la verdad, en donde también se definen un cierto número de reglas de juego de subjetividad, dominios de objeto, tipos de saber: las prácticas judiciales. Estas son formas utilizadas por el Hombre para definir tipos de subjetividad y formas de saber.

Lo que Foucault nos dice es que las formas jurídicas y su evolución en el campo del derecho penal dan origen a un número de formas de verdad.

En el S.XIX se inventó a partir de problemas jurídicos, judiciales y penales, una forma de análisis que Foucault llama “examen” (recordemos que la indagación era una de las formas favoritas utilizadas anteriormente, por ej. por la Inquisición, o antes aún, por los Griegos). Estas formas de examen dieron lugar a la Sociología, a la Psicología, la Psicopatología, la Criminología, etc. Se ve que éstas nacieron en conexión directa con la formación de un cierto número de controles políticos y sociales.

Entre los siglos XVIII y XIX se puede establecer el surgimiento de un nuevo tipo de organización de la Sociedad, la sociedad “Disciplinaria”. Esta puede ser caracterizada (según Foucault) por la reforma y organización del sistema judicial y penal en Europa y el Mundo, presentando particularidades según el país, pero a nivel general las transformaciones se pueden resumir así:

§ Se separa el crimen o la infracción y se lo desvincula de la falta moral o religiosa. La falta es cometer un pecado (penado por la religión); la infracción penal o crimen es penada por la ley y formulada por el órgano Legislativo del poder político.

§ Una ley penal debe representar lo que es útil para la sociedad, definir como reprimible lo que es malo para la sociedad; de esta forma se determina negativamente lo que es útil.

§ El crimen ya no es más algo relacionado con el pecado o con la falta, es algo que damnifica a la sociedad, es un daño social, una perturbación. El criminal es aquel que perturba a la sociedad, que la damnifica. Tomando en cuenta que la ley penal debe permitir sólo la reparación de la perturbación causada a la sociedad y no una venganza o la redención de un pecado, la ley debe ser hecha de tal forma que el daño causado por el individuo a la sociedad sea pagado.

De esta última idea se extraen varios tipos de castigo:

§ El castigo expresado en la afirmación (para Bentham Beccaria) “tú has roto el pacto social”.

§ La exclusión: se publica la falta, se muestra a la persona públicamente, suscitando en la gente una reacción adversa.

§ La tercer pena es la reparación del daño social, el trabajo forzado, que obliga al individuo a realizar una actividad útil para el Estado para compensar el daño.

§ La cuarta pena consiste en que el daño no pueda volver a ser realizado; o sea la ley del Talión.

Estos castigos fueron planificados por numerosos teóricos importantes como Bentham y Beccaria, pero posteriormente el sistema penal adquirió otros rumbos.

Esas formas de castigo fueron sustituidas por una forma de castigo muy común en nuestros días, me refiero al encarcelamiento, la prisión. En los proyectos teóricos de la reforma del S.XVIII no estaba pensado este sistema de castigo, pero a pesar de ello se generalizaría muy rápidamente, teniendo un acompañamiento de la legislación. Ya no importará lo que es útil para la sociedad, sino que se ajustará al individuo. Para asegurar este control de los individuos es que la institución penal ya no quedará sólo en manos de un poder autónomo, el Poder judicial. O sea que el control se descentralizará en una serie de institucionales laterales, tales como la Policía y una red de vigilancia y corrección. Es así que la Policía cumple funciones de vigilancia y las instituciones psicológicas, psiquiátricas, etc. de corrección. Se desarrollan así en torno a la institución Judicial una serie de instituciones que permiten el control de los individuos al nivel de su peligrosidad. Foucault llama Disciplinaria a esta sociedad que surge sustituyendo a la Penal.

De esta manera llegamos al concepto de Panoptismo. Esta es una forma de saber que se apoya en el examen (no en la indagación como antes). El panóptico (idea de Bentham) era una construcción en forma de anillo y en el medio había un patio con una torre. El anillo estaba dividido en celdas que daban al interior y exterior. En la torre central había un vigilante, que visualizaba toda la celda con su mirada, quedando el individuo que se encontraba en la celda totalmente expuesto y visible. Esta construcción podía ser utilizada por distintas instituciones, como la escuela, la prisión, el manicomio, etc. En el Panóptico lo que se buscaba era la vigilancia continua y sin interrupción sobre los individuos, ejercida por alguien que tuviera poder sobre ellos (maestro de escuela, psiquiatra, etc.), constituyendo también un saber acerca de aquellos a los que vigila, que apunta a determinar si el individuo se comporta como debe, si cumple con las reglas, etc.

El panoptismo, como un rasgo de nuestra sociedad, tiene tres aspectos que son: la vigilancia, el control y la corrección, constituyendo una dimensión característica de las relaciones de poder que existen en nuestra sociedad.

En nuestra época las instituciones anteriormente mencionadas (prisión, psiquiátrico) ya no tienen la función de excluir, sino de fijar a los individuos. Pero la exclusión no ha desaparecido, sino que actúa a niveles más implícitos. Cualquiera que recorra un psiquiátrico (tuve esa experiencia) o una cárcel, se puede dar cuenta de esto.

Entonces se puede ver cómo se forma un saber extraído de los individuos mismos a partir de su propio comportamiento.

También se forma otro saber a partir de la observación y clasificación de los individuos, un saber clínico, el de la psiquiatría, la psicología, la criminología, etc. Por lo tanto, los individuos sobre los que se ejerce el poder pueden ser el lugar en donde se extrae el saber que ellos mismos forman. Esto debería encaminarse hacia fines terapéuticos, devolviendo este conocimiento de tal forma que sea útil a quienes lo necesitan y siendo partícipes activos en su construcción.


LEY, PELIGROSIDAD Y LOCURA

Veamos como se relacionan: dice Loudet “sujeto en estado peligroso, es aquel que por condiciones psíquicas que constituyen o no entidades nosológicas o simples desequilibrios permanentes o transitorios, por hábitos adquiridos o impuestos en la vida colectiva o por otras causas simples o combinadas, se encuentra en la posibilidad temporaria o permanente de tener reacciones antisociales”.[i]

Si bien esta definición sobre peligrosidad es muy completa no se refiere a ningún hecho delictivo, sino a reacciones antisociales. De ella se desprende que para ser un sujeto peligroso para la sociedad no tiene porque haber infringido la ley previamente, sino que éste puede ser un estado anterior y permanecer latente. Significa que el delito (ya sea por desequilibrios psíquicos o no) es definido en su estado anterior (antes de que suceda), definiendo al que podría llegar a ser “peligroso” antes de que lo lleve a cabo. Ferry propone dos denominaciones: “Peligrosos sociales” (son potencialmente peligrosos pero no han delinquido) y los “peligrosos criminales”(que sí han cometido un delito).[ii]

La psiquiatría trata el tema desde otro ángulo, considerando a los “potencialmente peligrosos” dentro de una categoría, los trastornos de personalidad, y dentro de ésta los trastornos de personalidad antisocial. Estos se caracterizan por actos impulsivos, agresivos, antisociales, egosintónicos, con tendencia a la repetición. Son también llamados Sociópatas o Psicópatas por su tendencia a infringir las normas sociales. Habría dos tipos de psicopáticos, los que llaman “marginados” (generalmente salen en las crónicas policiales) y los Psicopáticos “integrados” que cuentan con recursos más sofisticados para llevar adelante sus fines.

¿Qué similitudes o diferencias tienen el delincuente y el psicópata?. Para empezar hay que decir que no todos los delincuentes son psicopáticos, ni todos los psicopáticos son delincuentes. No es quien quiere sino quien puede. Creo que esto se puede aplicar tanto para el psicopático como para el delincuente (que como veremos tienen muchos puntos de encuentro).

El delito y la enfermedad pueden ser formas de alienación en su sentido etimológico, pudiendo ser permanentes o circunstanciales, por motivaciones personales, ambientales y vinculadas a una determinada estructura del sujeto, en donde intervienen factores bio-psico-sociales entre otros.

Cuando el delito es circunstancial y al mismo tiempo inexplicable tanto por su modalidad como por su realización y ejecución se podría estar en presencia de lo que nos habla Lacan en el Seminario "El Acto Analítico" (1967inedito): "El sujeto por así decirlo, se precipita desde allí donde está, desde el lugar de la escena donde solo puede mantenerse en su estatuto de sujeto como sujeto fundamentalmente historizado y báscula esencialmente fuera de la escena: tal es la estructura del pasaje al acto"
El delincuente como vimos se conforma como un agresor del medio en que vive a partir del s. XVIII en adelante. El sentido que adquiere este vínculo (con el medio y con todo) tiene características particulares según el tipo de individuo, y en función de las condicionantes anteriormente mencionadas. Es aquí donde tienen que tener participación activa la Psicología, la Psiquiatría y la Criminología. Como vimos ya desde un inicio tienen relación entre sí y con los nuevos paradigmas de las leyes penales.

La línea que separa la locura de la peligrosidad, del delito es muy fina, flexible y borrosa aunque de alguna forma se tiene que estipular un límite para no caer en “vacíos” legales (que de hecho los hay con respecto al tema) y que se genere una intromisión de las ciencias psicológicas con las legales. Es por esto que la Psiquiatría, la Psicología y la Criminología trabajan en conjunto y en colaboración (entre otras cosas) para evitar este tipo de incidentes.


REINCIDENCIA: ¿INCONCIENTE DELICTIVO?

Cuando la Psiquiatría o la Psicología intervienen a pedido de la Criminología (Juez) lo hacen básicamente para determinar las características psicológicas de aquel que delinquió y está siendo juzgado por un delito. Se le realizan peritajes Psiquiátricos y Psicológicos con los fines de saber si el sujeto acusado es imputable; para saber si puede ser juzgado como responsable de sus actos. Una dificultad en el campo psiquiátrico y psicológico para resolver el problema de la peligrosidad es el hecho del delito. Este es por demás un tema complejo, porque en general se trabaja después que se cometió el delito, estableciendo la peligrosidad a posteriori, pero ¿cuáles son los criterios para medir el grado de peligrosidad sin que haya delito?; ¿hay alguna forma de detectar a quien fuera a delinquir antes que lo lleve a cabo?. Las estadísticas indican (basta con fijarse en las entradas a la cárcel) que el que delinque una vez generalmente reincide, debido a una conjunción de factores estructurales individuales, ambientales, etc. GRAFICOS

Hay que tener en cuenta que el delito no es el único factor para establecer un criterio de peligrosidad, en cuanto a potencial y pronóstico, porque sino ¿cómo podríamos anticiparnos a aquel que nunca delinquió, pero que por sus características se puede presumir que pueda caer en esta falta legal, como por ej. un psicopático?.

La historia tiene mucho que ver para condicionar los parámetros con que se miden estos criterios; no es lo mismo las repercusiones de un crimen de similares características ocurrido en el S.XVIII que en la actualidad, además que los crímenes han ido evolucionado (aparentemente) hacia formas (si atendemos al sensacionalismo de los medios) cada vez más brutales.

Retomando el tema de la peligrosidad y la probabilidad de reincidir del delincuente, podemos ver y analizar este hecho también desde la Psicología y más precisamente desde Lacan. Análisis situado desde una concepción en la que se considera al sujeto en tanto hablante, engendrado en una estructura de lenguaje, o sea, sostenido por un discurso.

Lacan nos habla de una insistencia significante para la repetición; relacionándolo con la noción de rememoración, Vallejo la define como “recuperar un elemento que estaba perdido en el encadenamiento de la historia simbólica del sujeto”. [iii] Esta idea nos conduce a ver la diferencia en que debe ser pensada, y no solo como mera reproducción de conductas, retorno de necesidades, que nos ayuda a pensar un poco mas la delincuencia y la reincidencia. Freud en 1914 nos decía que el analizante actúa lo reprimido, lo olvidado, en lugar de recordarlo, en el sentido de la rememoración [iv] Se puede decir según esto, que lo que no puede ser rememorado se repite en las conductas. ¿Se puede ver en el delincuente reincidente?. ¿En que medida se podría aplicar al reincidente para determinar el grado de determinismo psicológico en sus conductas?.

Hay que tener en cuenta que el contexto que engendró esto fue la clínica, lo que hace difícil su aplicación en el campo de la acción criminal. Pero la realidad del psiquismo es indiscutible, así como su funcionamiento, lo que hace creíble y posible poder emplear estos conceptos en un ámbito tan dispar (con respecto a la clínica) como es el de la criminología. En la clínica la resistencia juega a favor de la repetición, y lo que insiste no es lo que resiste, sino el inconciente, en tanto estructura significante, que está estructurado como un lenguaje.

La repetición opera como “temporalidad historizante de la experiencia de la transferencia”.[v]

Si rememorar es tan importante para la cura y viene de la mano de la repetición, trasladándolo a la criminología, ¿no podría ser un elemento a tener en cuenta para la curación del reincidente? ¿se podría encausar este deseo?

Claro que también juega el deseo del Psicólogo, implicado en la escucha, en la pregunta y en la interpretación y de alguna forma el deseo del analista condiciona la posición del analizante en relación con su discurso. Dice Lacan en el Seminario “La apertura de la sección clínica”: “la clínica psicoanalítica debe consistir no sólo en interrogar al análisis sino en interrogar a los analistas de modo que estos hagan saber lo que su práctica tiene de azarosa y que justifique a Freud el haber existido” . Creo que son elementos a tener en cuenta por el Psicólogo tratante del delincuente, ya sea en la cárcel o afuera para junto a otros técnicos de la salud favorecer una recuperación.

EL PADRE Y EL AMO

En relación al vínculo paciente-psicólogo (que se puede dar en la cárcel) se puede trabajar desde el seminario de Lacan del año 1969-70 sobre el “Envés del Psicoanálisis”, en donde trata dar cuenta de cuatro discursos. Va a interesar fundamentalmente el discurso del Amo.

S1 lo define como el significante fálico: Nombre del Padre, es el que inicia una cadena de significantes. La S tachada es el sujeto significante del saber que concierne a un sujeto, y que esta dividido por la palabra. La a minúscula representa el objeto parcial (según la terminología Freudiana) que causa el deseo. Los lugares serian el Agente que hace actuar, debajo ubica la Verdad, a su derecha ubica al Otro y por debajo pone la producción.

DISCURSO DEL AMO

S1 S2
___ ___
$ a


LOS LUGARES SEGÚN EL GRAFO SON:

Agente Otro
______ _______

Verdad Producción

Es un discurso que como Agente está representado el significante primero que funda la batería de significantes que instaura al sujeto y que está dirigido a un saber. Lo característico es la escisión propia de ese sujeto, ya que la línea separa lo manifiesto de lo latente. Como producción Lacan ubica la causa del deseo. Por el contrario como oposición ubica el discurso del Analista, actuando éste como Agente y causa de un deseo apuntando al sujeto, que en el curso del análisis va a producir un saber, que está referido a su saber.

El punto de partida es el imaginario, pasando luego a desarrollarse en el plano simbólico. En su curso sobre “Las psicosis”, se va perfilando en ese orden un nombre: el del Padre ...“hace falta una ley, una cadena , un orden simbólico, la intervención del orden de la palabra, es decir del padre”. Habría una primacía del padre sobre el amo, en tanto representante del orden de la palabra, del orden simbólico.

Lacan en el “Envés del Psicoanálisis”, hace referencias a la situación política de su medio, e intenta responder interrogantes centrales para el sujeto actual, a la luz de las determinaciones del capital, de las formas de la ciencia y el saber. Se interroga sobre la esencia de la libertad del hombre (releyendo a Freud ), nos habla de cómo se mantiene un discurso de amo, de la situación del goce y el estatuto de la verdad y el saber en nuestra sociedad contemporánea, pasando por cuál es el límite para el amo moderno.

¿Qué sería el amo?, ¿Un nombre de discurso? ¿qué es un discurso? “una estructura que excede a la palabra”, pudiendo existir el discurso sin la palabra. Lacan ubica en su esquema del discurso del Amo al saber (S2). Salvando las diferencias epistemologías, hay que tener en cuenta que M. Foucault también ubica al saber en el lugar de poder. De alguna forma a él también le interesa el lugar del Amo y el del esclavo, pensando que sí se puede cambiar ese lugar, pese a que históricamente no hay muchos indicios de que eso suceda (como podría pensar Hegel). Lacan y Foucault tal vez pudieran estar de acuerdo en una cosa: en interrogarse acerca del saber en un mundo transformado vertiginosamente por la ciencia, particularmente en los últimos 25 años.

En el esquema poder-saber, es interesante interrogarse por la verdad. Para Lacan entre la producción y la verdad no hay relación ni comunicación, porque por más que se produzcan y se creen necesidades, estas no tendrán relación con el sujeto en posición de verdad. Se puede ver que nada separa al goce, se configura una circularidad sin fin: el circuito del consumo. Contextuar

Es común a lo largo de la historia que se identifique el padre con el amo, incluso en la terapia el analista juega el doble rol Padre-Amo. Aunque para Lacan el padre podrá ser el esclavo, con la condición que esté sostenido en el valor simbólico del trabajo, que aunque lo aliena, también le otorga la consistencia imaginaria del ser padre. Pero existe otra razón concerniente con la propia estructuración subjetiva que tiende a emparentar el padre con el amo, que tiende a confundir uno y otro, esto es por una operación neurótica.

En relación al vínculo psicólogo-delincuente y delincuente-carcelero y, en definitiva, institución penal y judicial, ¿cómo se podría ver, siguiendo los razonamientos anteriores, la relación amo-padre?. El ser amo, implica ocupar el lugar del saber, el del discurso, el de la verdad del saber. Pero para que exista el amo tiene que haber un esclavo, ¿quién sería el esclavo en este caso?; podría ser el delincuente, pero él también sabe, él tiene el conocimiento mas valioso para su liberación, el del Inconciente. El problema es que este es un conocimiento que no tiene fácil acceso. Para develar los misterios de la criminalidad y en particular del criminal (aquel que comete crímenes) es indispensable trabajar con el material latente que está en ese discurso. Claro que atendiendo a los factores individuales, sociales, familiares, y su interrelación para que esto tenga sentido.

Cuando escuchamos por los medios de difusión de información una frase que comienze con las siguientes palabras: “peligroso criminal ........” ¿qué sentimos?, ¿temor de que nos pase a nosotros?; nos preguntamos ¿por qué lo haría?, ¿cuáles fueron las razones?. En general es un ¿por qué? lo primero que nos viene a la mente. En algunos casos se podría justificar por la privación que sufre el delincuente (ambientes socioeconómicos muy carenciados), pero en otros no. En algunos casos (o en todos) hay que indagar mas allá de lo obvio, para descubrir los motivos que hacen que una persona cometa delitos y sea peligroso. Para esto el Psicólogo debe estar en contacto directo con el delincuente, no solo con el que por sus características personales comete crímenes que desafían nuestro poder de comprensión, sino también aquel que comete actos más simples, pero no menos descartables para querer entenderlo y ayudarlo.

La historia actual está atravesando un período en el cual el grado de violencia de los crímenes (y la frecuencia de estos) va en aumento. Las formas en que se presentan se van transformando y complejizando al ritmo de la complejización mundial; de alguna forma van evolucionando junto al ritmo de vida de la humanidad. Hace veinte años nadie se hubiera imaginado los “piratas virtuales”, los “hackers” de Internet, y sin embargo están de moda actualmente. Es lógico que así sea, ya que quienes cometen crímenes están dentro de nuestra sociedad, crecen, se educan y viven dentro de nuestra sociedad.

Si los criminales van evolucionado en sus formas de delinquir acompasando los tiempos actuales y desarrollan estas formas dentro de nuestra sociedad, ¿qué hay de enfermo en la sociedad para que esto suceda?, ¿de que forma condiciona la sociedad (con sus leyes, con el consumismo, con la miseria, con la violencia, etc.) contribuyendo a la formación de criminales?, ¿qué hay en nuestra sociedad tan peligroso que enferma?. Son preguntas que dejo planteadas para que cada uno considere, de acuerdo a su grado de implicancia al respecto.
















[i] Loudet,O.: Los índices Médico-Psicológicos y legales de la peligrosidad, Revista Uruguaya de
Psicología, Nº 2. Montevideo. 1977.
[ii] Ferry, E.: Principios de Derecho criminal.
[iii] Vallejo, A.: “Vocabulario Lacaniano”, pag 112. Helguera Editores. Argentina. 1980.
[iv] Freud, S.: “Recordar, repetir y reelaborar”, pag 152. Tomo XII. Amorrortu Editores. 1978.
[v] Lacan, J.: “Función y campos de la palabra”, pag. 165. Escritos I. Editorial S XXI. México . 1976.




BIBLIOGRAFÍA




EY,H. Bernard, P. y Brisset, Ch.: Tratado de Psiquiatría. Ed. Masson, México. 1980.
Foucault,M.: Microfísica del poder. Ed. de la Piqueta, Madrid 1992.
Foucault,M.: Vigilar y castigar. Ed. Siglo XXI, Bs As.
Foucault,M.: La verdad de las formas jurídicas. Ed. S XXI. Bs. As.
Freud,S.: “Recordar, repetir y reelaborar”,Tomo XII. Amorrortu Editores. 1978.
Lacan,J.: ”La instancia de la letra”, en lectura estructuralista de Freud. Escritos I. Ed. S XXI. México. 1971.
Lacan,J.: “Función y campo de la palabra” ,Escritos I. Editorial S. XXI. México. 1976.
Lacan,J.: “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos. Ed. S XXI. México. 1976.
Lacan,J.: Les Psychoses, Seuil, París. 1981.
Reyes Terra,J.: Contribución al estudio de la delictogénesis de las personalidades anormales sobre bases estadísticas. Rev. Psiq. del Uruguay . 30 (175). Montevideo. 1965.
Reyes Terra,J.: “La peligrosidad como condición, estado y circunstancia”, La peligrosidad. Ed. Imago. Montevideo. 1980.
Rinty,D.; Carbajal,E.; Marchilli, A.: Una introducción a Lacan. Lugar Ed. Bs. As. 1984.

Bordeando la Ética del Deseo (2001)


- Prologo -
Historias y ficciones -
De escritos letras y significados

- 1er. acto -
1. clínica Psicoanalitica de la Union
1. 1. Supervision en la clínica psicoanalitica
1. 2. Direccion de la cura en el análisis de niños
1. 2. 1. viñeta clinica

- 2do. acto -
2. La etica y el deseo
2.1. La etica del deseo del otro

- Epílogo -
3. Posicionamiento etico
4 y 5. Bibliografia y Notas
– prologo –

Historias y ficciones ...
¿Por qué realizar este recorrido?. Porque la historia del sujeto (mi historia) es, en la medida que se hace presente en el discurso, “dis-toria” [1] que se va haciendo historia a medida que la va (voy) contando. Cuando contamos nuestra historia, nos contamos a nosotros mismos aquello que no sabíamos.
¿Por qué ficciones?, “Porque toda verdad tiene una estructura de ficción”[2]. Porque al igual que una tragedia griega, el Psicoanálisis se resuelve entre los mitos -el padre de la horda primitiva de Freud, el de la Laminilla de Lacan etc, etc-. Y qué mejor que la tragedia -Antígona, Edipo, etc- para situar la relación entre la acción y el deseo.
...“porque un sujeto no cesa de escribir una estructura de ficción ya no sólo con relación al pasado, sino también al futuro” [3] . Y este no cesar de escribir gira las más de las veces en torno a la posición fantasmática, ya que el soporte imaginario del deseo es el fantasma.
Aunque repitamos aquí, es seguro que no reencontraremos la misma cosa. Y podemos dar la fórmula Lacaniana del fantasma: $ <> a, donde hay una doble relación de discurso y aunque seamos sujetos barrados por el significante y tengamos el objeto a como causa del deseo, dando inevitablemente un resto, una falta irrecuperable, algo que se pierde de la palabra , algo vamos a encontrar aquí.

De escritos, letras y significados
A partir de “La instancia de la Letra en el Inconciente”, aparece en Lacan una preocupación marcada por la escritura: “Designamos cómo la letra es el soporte material que el discurso concreto toma del lenguaje”, “llamamos letra, a saber, la estructura esencialmente localizada del significante”.[4]
La problemática sobre que el universo del significante no daba cuenta de todo, hace que Lacan busque otro concepto complementario. Es así que en sus últimos seminarios se fue orientando cada vez más hacia lo escrito[5], dejando de lado la teoría del significante[6].
Haciendo un recorrido en algunos lugares de su obra: “Sobre la identificación”, “Encoré”, y “La instancia de la letra en el Inconciente”, se pueden establecer tres puntos:
1. El significante se oye
2. El significado es efecto del significante
3. El significado es lo que se lee.
Es en relación con la letra que se define el carácter material del significante; el Inconciente se lee. La interpretación es lectura.
Este pasaje de la palabra a la escritura es correlativo de una teoría del goce. Se relaciona la palabra y el deseo, la escritura y el goce.
En la clínica, el significante abre una puerta en tanto se lee de manera diferente de lo que significa. El sujeto lee y abre otra puerta, produciendo el descentramiento de la estructura. En tanto en la escritura, la letra, justifica su existencia al intentar superar el malentendido de la palabra yendo mas allá que ella.
En la lectura de la letra, hay un hueco en la escritura, en tanto puerta a abrir. Y si tomamos lo escrito como una estructura y al lector como quien interpreta al texto (lo lee), se produce aquí una nueva lógica. Es como una forma de abrir el campo teórico, pero cerrado en una nueva estructura. Y como al escribir se renuncia al habla, a hacerse oír, es la intención de este escrito hacerse leer, o al menos que sea legible. Lleva implícito una voluntad de materialidad que sea congruente con todo lo del orden del discurso que él extrae de la clínica psicoanalítica.
Y si este texto no alcanza a aceitar las bisagras de alguna puerta, aunque sea que corra alguna persiana.
Quedan invitados a ver qué nos depara el por-venir.

– 1er. acto –
1. CLÍNICA PSICOANALITICA DE LA UNIÓN...
Estoy hablando desde lo que es mi inserción como estudiante en el servicio de la Clínica Psicoanalítica de la Unión[7], inserta desde 1989 como una experiencia de extensión Universitaria. El servicio de la Clínica de la Unión es producto de un convenio firmado entre la Facultad de Psicología de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, y la Comisión de Fomento Edilicia y Social de la Unión (quienes están desde hace más de 60 años). Este servicio supone un aporte invalorable a la comunidad del barrio La Unión en cuanto a tratamiento de las diferentes demandas que se dan, alternando los usuarios desde la niñez hasta la vejez. Pero es de destacar la experiencia que deja en los estudiantes pasantes, ya que lo que se prioriza es la transmisión del saber psicoanalítico, apuntando a la formación del estudiante. Pilar este último fundamental junto al análisis personal y la supervisión, para aquellos que como yo se están formando en este ámbito, y piensan al Psicoanálisis como una herramienta fundamental para una articulación teorico-clínica, y posible abordaje las distintas estructuras psicopatologicas.

1. 1. – supervision en la clínica psicoanalitica

En la clínica Psicoanalitica de la Unión, la función del estudiante básicamente es realizar una serie de entrevistas, cuyo proceso va a discurrir si el paciente requerirá derivación hacia tratamiento terapéutico, indagaciones diagnósticas en profundidad o, en el mejor de los casos, no hará falta una instancia complementaria.
El espacio dedicado a los vecinos de La Unión, privilegia la escucha siendo el paciente quien de alguna manera estructura el campo de la entrevista. El estudiante pasante tiene libertad para manejarse como considere correcto en la situación, ya que se prioriza el encuentro singular e irrepetible de la experiencia psicoanalítica.
La modalidad de trabajo está dada por una reunión semanal del grupo de supervisión conformado por diez estudiantes y dos docentes.
¿Por qué supervisión?, ¿para qué?.
La supervisión es una de las instancias de formación que incluye otra visión, caracterizada por otra escucha, dejando al descubierto que siempre en la visión hay algo que se pierde en la mirada y que puede encontrarse en la dimensión de la escucha en la supervisión, interrogando al deseo de la primera escucha: el supervisado, lo que tiende a ubicarlo en un estatuto ético del psicoanálisis más verdadero. No hay clínica psicoanalítica sin ética. Y así como no hay clínica sin ética, no hay analista sin análisis.
Esta razón se apoya en las palabras de Lacan que dice que en la fórmula del fantasma se hallan contenidas las dos operaciones fundamentales de la estructuración del sujeto del inconciente. No hay analista por la sola voluntad de serlo, pero algo del deseo esta implícito. Un analista se autoriza a sí mismo, pero con la complicidad del otro para poder efectivizar esta práctica marcando justamente un inicio de la misma.
Vayamos a algunas formulaciones que quedaron al descubierto en la instancia de supervisión.
En el correr del año se pudieron apreciar ansiedades en torno a determinados temas:
¨ La inseguridad de la mayoría del grupo al enfrentar la primer entrevista[8], el primer paciente.
¨ Utilidad de las Herramientas con que contamos junto a la pregunta: ¿sabemos o no?. Este saber se refiere a ¿sabremos hacer frente al paciente con su carga ansiógena?, ¿qué nos angustia por enfrentarnos con la falta en el Otro?.
¨ ¿Cuál es nuestro rol?, ¿somos directores de la cura bajo estas circunstancias en las cuales se toman pocas entrevistas acotadas en el tiempo?.
Preguntas todas que fueron tomando forma, a medida que se acercaba el tiempo de la entrevista y a medida que ciertos imaginarios se iban simbolizando, significándose en el discurso, saliendo de su escondite fantasma.
A estas anteriores interrogantes agregaríamos otras:
¨ ¿Podremos ser consecuentes con nuestra función, actuando como estudiantes en el papel que hemos elegido desempeñar, pero desde una intervención que ponga a prueba nuestra formación y a su vez sea vital para la misma?
¨ ¿Cuál es la ética del deseo que entra en juego en el acto de la escucha analítica?. ¿Cómo se organizan las ficciones del deseo?
¨ ¿Podremos evitar caer en una falla ética, cediendo ante el deseo del Otro?.
Son todas interrogantes que intentare responder en el presente trabajo, especialmente las últimas, por hacerlas mías, aunque de alguna manera puedan haber rondado en el discurso grupal. Dejo en suspenso por ahora la formulación de las posibles respuestas, para seguir avanzando lentamente en esta, mi dis-toria.

1. 2. –La direccion de la cura en el análisis de niños
¿Por qué análisis de niños?: porque la mayor parte de la demanda que hay en la Clínica de la Unión se reparte en esa franja etaria y justamente, por esa razón, mi primer paciente (en la clínica) fue un niño.
Aunque mi función no era de terapeuta ni analista, desde donde me posicioné fue desde el psicoanálisis, por lo que humildemente estuve ocupando la posición de psicoanalista o analista. Algo peligroso si no se lo toma en serio aunque me posicioné “como si”, al intentar ubicarme en una posición en la cual me siento cómodo: desde una intervención psicoanalítica.
Así que una pregunta inicial podría ser:
¿Hacia dónde vamos con los niños en la clínica psicoanálitica?.
Los niños nos plantean una particularidad para trabajar con ellos, un doble juego de demandas: la del niño y la de los padres. Entonces hay que diferenciar cuando la consulta es generada por conflictivas paternas o cuando es debida a conflictivas propias de los niños. Hay que escuchar también cómo se articulan los síntomas que se aprecian en esos bordes que la pulsión rodea, el cuerpo.
Generalmente un hijo con problemas genera una gran ansiedad y culpa a los padres. Los cuestiona e interroga sobre la educación y crianza de su hijo, infiriendo ciertos ataques a su narcisismo. Otras veces el sintoma en el niño causa alivio y distension en los padres.
Esto nos plantea una disyuntiva metodológica teórico-práctica y tambien ética. ¿Hay que priorizar la escucha hacia el niño o hay que darle más valor al discurso paterno? Ubicándose en un extremo algunos opinan que es mejor trabajar solo con los niños. Otros, en una posición antagónica, opinan que es fundamental el aporte de los padres. Yo considero que hay que acercar ambas posturas. Aunque no hay que perder de vista que quienes realizan el pedido de ayuda en principio son los padres y hacia allí va a apuntar el dispositivo tratando de establecer una “alianza terapéutica”[9], no nos olvidemos que es el niño quien padece y es a él a quien debemos considerar a través del “dispositivo psicoanalítico”[10].
Hay que atender el discurso paterno, sí, pero priorizar el del niño, con sus diferentes formas de expresión a través de los medios que puedan dar cuenta de su problemática (juegos, gráficos, etc). Esto nos guía en cierta dirección: la dirección de la cura. La que no tenemos que perder de vista. Es aquí justamente donde entra en juego la ética del deseo en la clínica psicoanalítica.
¿Creemos que anudando lo real del goce que pone en acto en el cuerpo con la dimensión simbólica e imaginaria para así construir un síntoma en la transferencia que derive ese goce que ya viene forzadamente anudado, solucionamos la cuestión?. ¿Es tan sencillo traspolar un síntoma por otro?.
La posición del analista es vital. Es aquí, más que en ningún otro lugar, donde la ética está en juego. ¿Cuál es la ética que está en juego? ¿Cuál es el deseo que nos convoca?.
Es en esa dirección adonde queremos ir.

1. 2. 1. – VIÑETA CLINICA
No es mi intención realizar un análisis de un caso, ni tampoco profundizar mas alla de lo anteriormente escrito en la terapia infantil. Presentare esta breve viñeta clínica con el solo efecto de mostrar parte del recorrido realizado que junto a otras razones me llevaron a bordear la etica del deseo, ya que forman parte de nuestra dis-toria. Hecha las aclaraciones prosigamos.
En la primera entrevista, Pablo (nombrémoslo así) de 5 años, me dice“¿Acá es donde voy a jugar”?, después de entrar al consultorio con ojos escrutadores que no se pierden ningún detalle. Su madre demora un par de minutos en volver acompañada por su padre (de Pablo) que se había quedado afuera, en un movimiento renuente que anuncia de arranque que éste ultimo no estaba muy convencido de participar de este encuentro, como posteriormente se confirmaría.
Pablo llega a la consulta derivado por la maestra, por problemas de conducta agresiva y distorsión en clase que además de alterar al grupo, le impiden a él seguir a la par de sus compañeros en el aprendizaje, quedando rezagado.
La entrevista se inicia con el comentario de su padre refiriéndose a la derivación de la maestra como una injusticia, ya que su hijo es “normal”. La conversación pasa más adelante al tipo de juego que realizan padre e hijo: de carácter violento y con un gran componente agresivo; la mayoría de las veces se disputa un objeto de deseo: la madre.
El padre me pregunta --más esperando mi complicidad que denotando duda—“¿es malo lo que hago?, ¿está mal jugar con mi hijo?”, encontrando mi silencio, se anticipa la madre diciendo que sí, que está mal porque son juegos muy violentos y que se van a matar un día.
El padre reafirma la pregunta.
Mientras tanto Pablo, sentado entre ambos, tiene una actitud que contradice las disputas. Haciendo caso omiso de la supuesta protección que le brinda su madre, se encuentra muy junto a su padre actuando como separador de padre y madre, y en determinado momento se aproxima aún más para pedirle al padre que dibuje para él.
El entrevero y la confusión reinaron a lo largo de la entrevista en los discursos paternos, dejando bien en claro que los padres, cuando hablan de los problemas de sus hijos, no siempre facilitan la comprensión para uno y para ellos mismos. Esto seguramente más marcado por la propia conflictiva, que debido a un esfuerzo conciente por ocultar algún hecho. Debo decir que requirió de mucho esfuerzo de mi parte el poder atender a ese discurso (mareador), que por momentos se tornaba indescifrable. Y no era solo una particularidad que se daba estando la familia reunida, sino que también se repitió por ej. en una de las entrevistas que mantuve con la madre de Pablo, ya que por momentos no quedaba nada claro a quién se estaba refiriendo cuando hablaba del padre (del padre de Pablo o del padre de ella).
Situaciones como estas se dan a menudo en la clínica Psicoanalítica por estar el sujeto produciendo su dis-toria, no siempre de una forma ordenada y prolija (tampoco tiene que darse asi), lo que le da la significación particular al discurso del paciente. Trae lo que trae, como puede traerlo, y eso va a decir mucho sobre su estructura y conflictiva.
Para esclarecer el discurso e indagar más allá de lo dicho, es que la lectura psicoanalítica (desde un optica lacaniana) no atiende simplemente al sujeto del enunciado (al hablante) sino también al sujeto de la enunciación (el inconciente). Este, en tanto estructurado como un lenguaje, está regido por la lógica del significante. Y si “el inconciente es el discurso del otro”, y “el deseo es el deseo del otro” (citas que retomaremos mas adelante) entonces es en una frase del otro en la que el sujeto aparece como un objeto de aquél; el sujeto aparece como objeto del deseo del otro. Si el sujeto queda sujetado al deseo del otro, ¿cuál es la ética del deseo que se pone en acto en la clínica psicoanalítica?. Si el sujeto queda sujetado de alguna manera al deseo del analista, ¿cual es la ética del deseo que pone en acto el analista?

- 2do. acto -
2. – La etica y el deseo...

Haremos un recorrido histórico -que dista lejos su intención agotar el tema- por aquellos autores a los que hemos podido acercarnos, quienes posibilitan pensar y reflexionar acerca de las preguntas precedentes.
Etimológicamente “ética” proviene del vocablo griego “ethos”: modo de ser, carácter, o costumbre[11]. En la antigua Grecia la ética era el arte de las costumbres o el arte del buen vivir. También trataba sobre el bien y el mal. En este sentido hay que ambientarse en una forma de vida en la cual la mayoría eran esclavos y el resto ciudadanos soberanos (libres). Donde se concibe la felicidad individual en un contexto de felicidad colectiva. No se concebía que alguien fuera buena persona sin ser simultáneamente buen ciudadano.
La ética nace conjuntamente con la idea de introspección, el postulado Socrático: “conócete a ti mismo”, es un claro ej. No se puede hacer una separación en ese momento del nacimiento de la idea de sujeto, sujeto racional, libre y por tanto responsable, de la idea de ética. Para los griegos antiguos, es virtuoso el buen ciudadano, el que busca acciones que son fines en sí mismos y no trata a las personas solo como medio para sus fines. (Contrasta fuertemente con esto la famosa frase de Maquiavelo: “el fin justifica los medios”.) Este esquema se da en la comunidad de iguales dejando de lado al esclavo, quien es sólo un instrumento para el amo.
La ética antigua se basa principalmente en el arte de ser feliz, sobre la eudaimonia: el arte del buen vivir. Asociado este último a su vez al concepto griego de epimeleia que es la idea del cuidado de sí que remarcan corrientes como el epicureísmo, que trata de intensificarlo a través del placer. “El placer para Epicuro es alivio, es la cesación del dolor. ‘En el mismo instante se produce el nacimiento del placer máximo y el alivio del dolor’ (Sentencias Vaticanas). Esto tiene que ver con la noción del tiempo del placer, un placer que se alcanza al mismo tiempo que cesa el dolor; entre placer y displacer no hay un tiempo intermedio en el cual lo agradable y lo desagradable serían sensibles simultáneamente para el sujeto.
Para Platón la parte del alma que actúa según el deseo se llama to epithymetikon (La República), él se refiere al deseo en tres variantes: el hambre, la sed y el amor.
Aristóteles distinguirá entre los deseos concernientes al tacto, los que afectan a todos los hombres (sed, hambre, sexo) y los que exceden a la naturaleza. Los primeros se rigen por un límite fisiológico, la satisfacción, y se terminan una vez saciados. Los segundos son personales y variados, ya que no tienen un carácter universal y objetivo.” [12] Aristóteles exilia el deseo del campo del hombre ubicándolo del lado de la bestialidad en su conocida obra “Etica Nicomaquea”. Para él, placer y bien van de la mano. Su problema es el bien, el bien soberano, cuestión que debe quedar obligatoriamente por fuera del psicoanalista. Este debe pensar en el paciente pero sin desearle el bien, ya que desear el bien al paciente equivale a desear por él, desde nuestro propio deseo.
Es claro que el deseo para los griegos es parte de una forma de vida, o más bien proponen una clase de vida y una forma de existencia, que por su propiaidiosincrasia y coherencia es incompatible con el saber, con la verdad.
Para Platón el epithymetikon es una forma de subjetividad distinta que se opone al principio de la razón. Del conflicto entre estos y el resultado depende la relación con la verdad y la posibilidad de conocimiento.
Para Platón, todos los apetitos por las cosas y los cuerpos comparten la misma estructura: su meta sería la plenitud. Esto provoca una necesidad tan indestructible como las pulsiones reprimidas de la infancia desde una lectura psicoanalítica.
El retorno insistente de lo reprimido es insaciable, a diferencia de los deseos puntuales que tienden a procurarse alivio. En cambio, Platón pensaba que el deseo es insaciable, el placer es imposible. La teoría Platónica sobrestima y demoniza el deseo.
Haciendo un breve recorrido por lo ya escrito, se ve que en un primer momento son los deseos por su modo de acción tan específico, los que determinan el tipo y el estilo de preocupaciones que caracterizan las diversas formas de existencia. Cuando los filósofos griegos teorizaron el arte de vivir, la posibilidad de modelar la propia existencia, el uso de los placeres y el cuidado de sí, no lo hicieron argumentando sobre los actos, sino sobre los ephytemiai (maneras muy especiales de desear) y su estructura. ¿Qué es lo que está en juego aquí?. El acceso a la verdad, no de sí, sino del conocimiento en general.
¿Cuál es la ética del deseo de nuestros días?. ¿Con qué eptihemiai se manifiestan?”[13]
Spinoza, reflexionando en base a los antiguos, proponía una ética desprendida de valores abstractos, trascendentes, universales, proponiendo la dinámica de la acción reflexiva permanente, sobre hechos concretos. Esto nos remite a la inmanencia potencial del encuentro, a los valores inmanentes producidos en el encuentro de los cuerpos, respetando la singularidad de los procesos. De esto se desprende que para Spinoza la ética es amoral, ya que ésta tendria que ver con los valores mas trascendentes y universales de la sociedad, validos en toda situación.
Lo éticamente bueno para Spinoza es el encuentro potenciador para los cuerpos resaltando las pasiones alegres de la vida. En esto Kant no está de acuerdo alegando en su “Crítica de la razón práctica”, que lejos de llevar a la felicidad, las acciones éticas a menudo encuentran el dolor, terminando su tesis diciendo que el verdadero acto ético está reñido con el deseo. Cuestión ésta (la relación entre deseo y ética) que retomara Lacan pero desde otro punto de vista, parafraseando a Spinoza: “el deseo es la esencia del hombre”.

2.1. - LA ETICA DEL DESEO DEL OTRO.
Siguiendo los razonamientos griegos y spinozianos es que Lacan retoma, devolviendo al Psicoanálisis una concepción ya presente en Freud[14], postulando un deseo siempre vivo en tanto que siempre insatisfecho, complejizando la teoría del deseo, reconociendo el papel prohibitivo de la ley, y resaltando su aspecto productivo.
En el seminario VIII Lacan dice: “Cabe preguntarse de qué medios valerse para operar honestamente con los deseos. O sea, cómo preservar el deseo en el acto, la relación del deseo y el acto. En el acto se encuentra por lo común más bien su colapso que su realización y, a lo sumo, el acto sólo le presta al deseo su hazaña, su gesto heroico. ¿Cómo preservar, digo yo, entre el deseo y este acto lo que puede llamarse una relación simple, o saludable?.”[15]
Se pregunta aquí como puede ser que el deseo pueda mantenerse vivo a pesar de los placeres que lo aquietan. Si un griego respondiera a esta pregunta: ¿Cómo preservar el deseo en el acto?, diría: “el deseo está en el acto, nunca lo abandona”. Por eso el sexo es un problema. El deseo es insaciable, pero justo cuando la presencia del objeto codiciado parece colmar y saciar el deseo, es decir la falta, esta no cesa de ahondarse.
En cambio algunos pensadores cristianos como Tertuliano, y San Agustín responderían: “lo que cuenta ya no es el deseo, sino por el contrario el placer”. El acto está en el deseo, un deseo que encuentra su causa en la tentación permanente de la que está hecha el mundo.
En el Filebo de Pláton, el placer es imposible porque gozar implica también desear. Para los exegetas cristianos en cambio el placer es irresistible porque desear ya es gozar y los efectos se pueden sentir en el cuerpo. El placer (hedoné, voluptas) existe con una presencia y actualidad tan vivas que es el deseo el que se opaca prestándose de anzuelo.
El retorno a Freud de Lacan es a su vez una vuelta sobre los postulados Platónicos en cierta forma y a su teoría del deseo en perpetuo movimiento, continuamente frustrándose e incesantemente reiniciando la búsqueda. Aquí hay que hacer una salvedad con el concepto de pulsión. Trieb es el término que utilizaba Freud para nombrar la pulsión. En “Los instintos y sus destinos” dice que es un concepto fundamental. Es una construcción, “una convención” (konvention). Lacan propone en vez de éste “ficción”, ya que las pulsiones ficcionalizan, mitologizan lo real, debido a que su acceso es imposible.
El concepto de pulsión es un montaje de cuatro términos: drang que es la fuerza constante, la presión ejercida por una excitación o estimulo interior. El fin es la satisfacción aunque se puede alcanzar ésta fuera del objeto implicado, siendo el fin inhibido (sublimación). Lo que nos lleva a pensar el objeto como tercer término: éste no tiene ninguna importancia, realizando la pulsión un tour a su alrededor. La fuente, o zona erógena se puede pensar como un borde. Si bien la satisfacción está en retornar a la fuente, no está en ella, sino en el trayecto de ida y vuelta (tour). Entonces ¿cuál es el circuito de la pulsión? Habría dos extremos en la experiencia psicoanalítica, el primero es la represión primordial, de un significante y lo que allí se edifica en lo sincrónico construyendo el síntoma. El otro extremo es la interpretación, implicando la dimensión diacrónica, entrando en juego la metonimia del deseo. La mayor parte de la experiencia psicoanálitica se da entre estos dos polos.
Así que la pulsión presentifica el objeto de la necesidad en cuanto encuentro fallido con el mismo, en tanto se pierde en el pasaje al registro de la demanda. Entonces no hay que confundir la pulsión ($ & D) con el deseo (A & d). La pulsión es lo que insiste, afecta a los bordes y goza. El deseo es efecto de la pérdida de un objeto (a) por la acción del significante. Ahora entenderemos mejor la frase que sigue.
“El análisis demuestra que el amor en su esencia es narcisista y denuncia que la sustancia pretendidamente objetal (puro camelo) es de hecho lo que en el deseo es resto, es decir su causa, y el sostén de su insatisfacción, y hasta de su imposibilidad”. A ésta se le agrega otro elemento complejo “(...) el goce del otro, del cuerpo del otro, solo lo promueve la infinitud”. [16] El amor es la pasión por la ignorancia del deseo pero no puede alcanzarse, porque si bien se trata de hacer de Dos, Uno, el deseo muestra allí la falla, porque depende de la esencia del significante, que introduce la hiancia.
En el seminario VI[17] Lacan nos presenta los tres esquemas del grafo del deseo (aunque luego le hará ciertas modificaciones al ordenamiento en el seminario XVI[18]). Nos dice que hay que darle su lugar al deseo, lo que va a permitir un clivaje en la técnica y la teoría psicoanalítica. Un clivaje que en francés tiene varias acepciones, y una de ellas adquiere un sentido diferente al que se utiliza comúnmente: escisión. Por el contrario adquiere el sentido de “abrirse camino con una hacha a través de un bosque”; esto se puede leer de dos formas en el entendido que a la vez que construye que va haciendo el camino, lo va encontrando.
En este seminario Lacan nos presenta el conocido aforismo: “el deseo es su interpretación”. Posteriormente en el seminario VII, sobre la ética plantea que la ética del psicoanálisis es la ética del deseo. Lo que lleva de alguna manera a establecer que la ética del psicoanálisis es algo que se juega en la interpretación. Se pone en juego en un acto, en tanto un acto es susceptible de un juicio. [19]
Ordenemos un poco los conceptos, para ir acercándonos a la clínica Psicoanalítica.
La teoría lacaniana ubica a la palabra como lugar emergente del deseo, a través del discurso el significante representa a un sujeto para otro significante. Se privilegia la palabra y por contrapartida la escucha del analista. ¿Qué ética del deseo esta implícita a esta escucha?
La ética para Lacan, y él se refiere a la ética del Psicoanálisis, la entiende formulando una pregunta, interrogando al analista: “¿has actuado en conformidad con tu deseo?.”[20] “La ética consiste en un juicio sobre nuestra acción.” Propone “elegir como patrón de medida de la revisión de la ética a la que nos lleva el psicoanálisis, la relación de la acción con el deseo que la habita” [21]. Y pregunta más adelante: “¿Ha ud. actuado en conformidad con el deseo que lo habita?.”[22]
Expliquemos lo que es el deseo discerniéndolo de la necesidad y la demanda, situándolo en otro lugar.
Daremos un breve rodeo. A partir de Lacan el significante en términos psicoanalíticos implica que no hay nunca una significación completa, siempre para el hablante falta un significante. Esta falta ya fue trabajada por Freud aportando dos ideas al respecto: en la “Experiencia de satisfacción” en la que se trata de reencontrar un objeto inhallable y por otro lado trabajo la falta en términos de castración de la madre, a partir de lo cual lo que ya faltaba puede pensarse como el falo faltante en la madre.
Pero la falta en relación al significante esta dada por la barra que rompe el signo del algoritmo saussuriano[23], dando como resultado un resto que escapa a la significación. Y como es en el otro donde se va a sancionar el mensaje, esta barra hace que nunca se pueda sancionar plenamente en el otro. Esto hace que el Otro esté barrado (%). Siempre falta un significante. La ilusión del hablar cotidiano, está en suponer un Otro sin falta que garantice la significación y evite el malentendido.
Para un sujeto la necesidad de relacionarse con el objeto está perturbada por ser mediada por el lenguaje. Este lógicamente le preexiste al sujeto. Aquí es donde el sujeto está obligado a demandar. Incluso los movimientos del bebé son sancionados como una demanda por parte de su madre. Como la demanda es una articulación significante el sujeto queda librado a que el Otro interprete. En toda articulación de la demanda cae un resto (objeto a) que no se articula. Este objeto que se produce toda vez que se habla, siempre se pierde aunque antes no estaba.
El que demanda apela a la incondicionalidad del Otro, a que no esté condicionado o sujetado por ninguna ley, encontrándose en definitiva con la ley del deseo.
Si la causa del deseo se produce por efecto del significante, es en el Otro, en tanto tesoro del significante donde estará planteada la cuestión de la causa: “el deseo es el deseo del otro”. (A & d)
La fórmula “el deseo del otro” es un genitivo, (aporte de la lengua latina) encontrándose dos: el genitivo objetivo y el subjetivo.
Ejemplifiquemos: Genitivo objetivo, “El canto del himno”, del himno modifica a canto. Genitivo subjetivo, “el canto de los niños”, “de los niños” es el sujeto de la respuesta a ¿quién canta?.
Entonces el análisis se escande en dos momentos uno objetivo y otro subjetivo. En el genitivo objetivo Lacan dice: “el inconciente es el discurso del otro” y en el genitivo subjetivo dice “deseo del otro”, lo que significa que la posición del sujeto como deseante implica que es (deseante) en tanto (es) otro (el) que desea. Es soportado como deseante por el deseo de otro, y cuando más cree que es autor de su deseo más desconoce que es deseo del otro. Y aquí retomo lo de enunciado y enunciacion diciendo que habrá así un proceso de enunciado y un acto por el que se hace la enunciación de ese enunciado. Desconociendo el sujeto del acto del enunciado que es sostenido por el deseo de otro, posibilitando la enunciación y posterior interpretación.
Precisemos, reflexionando sobre la negación en Freud en su artículo “La negación”. El se detiene en el enunciado “no es mi madre”, diciendo que basta sacar el no para encontrar la verdadera fórmula que se está diciendo allí, indicando este no el verdadero sujeto de la enunciación: el inconciente.
Y si el sujeto es soportado como deseante por el deseo de otro, ¿como hace el analista para soportar al paciente sin involucrar la dimensión de su propio deseo?. Pasemos al deseo del analista retomando el título que le da nombre a este trabajo transformándolo en una pregunta ¿por qué bordeando la ética del deseo en la clínica psicoanalítica?. ¿Porque bordear algo? ¿Porque no abordarlo directamente? Porque la clinica psicoanalitica nos remite a los efectos de sentido que crea el significante, a un supuesto saber en el Otro. El sujeto produce la pregunta que cuestiona y que duda, instalando la posibilidad de un saber, de una respuesta en el Otro. Pero como "la" respuesta, nunca existe al final, solo podremos señalar algunos puntos, hablar de cosas que bordean la pregunta.
El sujeto supuesto al saber (el analizando) concurre a la consulta con una demanda, con una pregunta por hacer (que podría ser ¿qué quieres de mí?). Pero anterior a esto es que se encuentra presente lo que verdaderamente va a orientar la dirección de la cura: el deseo del analista. Lo que nos lleva a preguntar: ¿Cuál es el deseo de ser analista?
Y de aquí en más, diré en primera persona. Es claro que algo de mi propio deseo está pesando para ello. Algo de ello hay para que me ubique en ese otro lugar en la clínica, aunque aún sea un estudiante posicionado como psicoanalista.

- Epílogo -
3. - Posicionamiento etico...
Ser psicoanalista ya implica un posicionamiento ético por tener una relación singular con el saber. O sea con el deseo de saber acerca del deseo de los demás. Algo intrínseco a mi propio deseo hace que me coloque en tal actitud de escucha. El rol del analista de alguna forma me preexiste antes de ubicarme en ese lugar, por ser parte de una estructura del discurso, dándole valor dentro de nuestra cultura occidental. Pero va a ser en el acto singular cuando se ponga a prueba el anudamiento de mi propio deseo.
Creo que si hay un acto ético en ese espacio terapéutico es justamente que mi deseo en abstinencia oscile en equilibrio entre mi propia intencionalidad y el deseo del Otro sin acceder al deseo del Otro. Para lograr esto es conveniente mantenerme próximo a la transferencia del paciente, para poder reaccionar ante ella.
Debo cuidarme de no ubicarme en el lugar de sujeto supuesto saber[24]. En el lugar del amo. No debo ponerme en el lugar del ideal del yo del paciente. En ese lugar omnipotente, paralizador, sino ubicarme en el lugar de la causa del deseo del otro, habilitando el movimiento, la apertura del inconsciente y la producción discursiva en el sujeto supuesto al saber, desplegando su deseo hacia ese camino sinuoso y escurridizo: la dirección de la cura. Creo que el psicoanalista debe dirigir la cura, pero lo que no debe hacer es dirigir al paciente, tomando una dirección de conciencia en el sentido de guía moral más correctiva que terapéutica.
Puede pasar de ceder en el deseo por un buen motivo (como veremos enseguida). Diría un pensador cristiano por el bien, ¿por el bien de quien?, del paciente? Ya argumenté anteriormente porqué considero que hacer esto es un error.
“Lo que llamo ceder en su deseo se acompaña siempre en el destino del sujeto (lo observarán en cada caso, noten su dimensión) de alguna traición.””[25]
Un buen ejemplo para analizar todo esto que vengo diciendo, (tomando en cuenta esta ultima cita) lo podemos apreciar en el caso que plantea Irvim Yalom en la introducción de su libro: “Desde el Diván”, que aunque sea una novela, los hechos pueden perfectamente coincidir con algun caso real (y seguramente fue sacado de ahí). El reconocido terapeuta Seymour (noten la homofonia con Sigmund) Trotter, quien es autor del código de ética de la comunidad psicoanalítica, por hacer el bien a su paciente cede ante el deseo del Otro. Se justifica para sí, esgrimiendo argumentos terapéuticos. “Yo estaba convencido de que si no cumplía con mi parte de la apuesta, Belle se mataría”. Apuesta que consistía en pasar una semana de vacaciones como marido y mujer (con su paciente), si es que ella se abstuviera durante dos años de cometer conductas que atentaran contra su cuerpo y su salud. Obviamente una excusa a mi entender, para realizar en realidad su propio deseo, que ya quedaba al descubierto previamente:
“Debo enterarme de todo lo que precedió al hecho, todo lo que podría ayudarme a comprenderlo....” le dice a la hermosa Belle, en relación a sus conductas perversas, introduciendo así la dimensión de su propio deseo, un cierto “universo mórbido de la falta”. Su accionar es claro que fue por hacer el bien, siendo su acto guiado por una reflexión moral y no etica. Como dije antes esto es de lo peor que se puede hacer por un paciente. Pero en realidad el bien se lo hacía a él mismo, ya que desde un principio quedó atrapado con su “Belle” paciente, quien no manifestaba la “belle indiference” precisamente, sino todo lo contrario.
Trotter no duda en realizar acciones tendientes a capturar a su paciente. Por ej. a lo que Trotter llama creatividad (no sólo por inventar una nueva terapia para cada paciente), como cuando le escribe en el pañuelo lo que ella tenía que hacer, en realidad a mi entender es utilizar la transferencia como una sugestión. ...“mi trabajo es introducirla en la realidad” dice indicando el regimen correctivo y adaptativo que tomó la terapia en vez de proseguir la direccion de la cura. Es correcto ejercer la transferencia, posibilitando así la instauración del sujeto supuesto al saber, encarnando el lugar al que es llamado por el paciente, pero no lo que realiza Trotter, que es ubicarse en ese lugar habilitando la idealización. Si la transferencia es lo que de la pulsión aparta la demanda, el deseo del analista es lo que la restablece. La dimension del deseo del analista es la que introduce o reintroduce la demanda (el pedido de amor), siguiendo el circuito de la transferencia (la repetición) y de la pulsion (bordeando el deseo), pero no ayuda a la direccion de la cura ya que sigue dando vueltas en circulo sin dejar al paciente avanzar hacia el transito de su fantasma.
Entonces es Belle como objeto, como bien, la paga por la satisfacción del deseo. Pero, a su vez, el cobro es muy alto por este goce: le cuesta su prestigio, su profesión y un matrimonio de varias décadas.
Es con este claro ejemplo que me quería despedir. El es doblemente ejemplar para ver la estructura que se llama “ceder en su deseo”. En un sentido porque la ética está en clara falta, ausente. Quebrantada la regla fundamental de abstinencia, ubicándose Trotter desde el lado del amo, sujeto supuesto saber, en vez de tender a su destitución. Además de romper también con la función del silencio que es tan importante, no posibilitando a Belle hablar libremente, sin que su discurso deba ceñirse a ninguna convención preestablecida, introduciendo la dimensión de su propio deseo. Su posición debería ser la del “muerto”, en el sentido que sus sentimientos solo tienen un lugar posible en el análisis: el del “muerto”, y “si se le reanima, el análisis se prosigue sin que se sepa quien lo conduce”[26], como realmente ocurrió.
Doblemente ejemplar porque Trotter es quien redactó el código de ética, y quien como Guillotine sufrió las consecuencias de su propio invento, cayendo la hoja fría y afilada del propio código de ética sobre su humanidad.
Es un ejemplo paradigmatico de lo que no se debe hacer (sin entrar en análisis moralistas), que permite ver como el acto libre de juicio y ética pero cargado de deseo, en el caso del analista puede llevar a la esclavitud de su conciencia y a la imposibilidad para seguir ejerciendo el psicoanálisis, y ni hablar de las consecuencias nefastas que puede tener para el paciente.

Para terminar...
Si el saber es a producir, es porque está acompañado por la economía del goce que lo sostiene y en esta economía la estructura a descifrar del inconciente se expresa en la insistencia de la letra con que insiste el goce.
Entonces creo que realizando este tour alrededor de la ética del deseo, algo de este objeto quedó resignificado posibilitando un cierto goce (por qué no decirlo) de escribir estas lineas.
Aunque bordear la ética del deseo a través de la letra, sea sólo una de las tantas formas posibles que existen para descifrar los avatares de la clínica psicoanalítica, espero hayan disfrutado de la lectura -interpretación- tanto como yo disfrute escribir este trabajo.
4. – BIBLIOGRAFIA *
ARISTOTELES. Etica Nicomaquea. Ed. Gredos, Madrid, 1993.
FREUD, S. “Mas allá del principio de placer”, en O. C. Tomo XVIII, Amorrortu. Bs. As. 1969.
Freud, S. “La experiencia de satisfacción”, en Proyecto de una psicología para neurólogos. O. C. T III. Biblioteca Nueva, Madrid. 1967.
FREUD, S. “La negación”, en O. C. T. II. Biblioteca Nueva, Madrid, 1967. Freud, S. “Las pulsiones y sus destinos”, en O. C. T. I. Biblioteca Nueva, Madrid, 1967.
Freud, S. “Los instintos y sus destinos”, en O. C. T. I. Biblioteca Nueva, Madrid. 1967.
Freud, S. “Recordar, repetir y reelaborar”, en O. C. Tomo XII, Amorrortu, Bs. As. 1980.
Mannoni, M. La primer entrevista con el psicoanalista. ed. Granica, bs. as. 1973.
Lacan, J. El deseo y su interpretación. El Seminario. Versión Inédita. 1958-59. Lacan, J. “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos I. S. XXI. México. 1971.


Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos II. Ed. S. XXI. Bs.As.
Lacan, J. La ética del Psicoanálisis. Libro VII. El Seminario. Editorial Paidos. Bs As. 1984
Lacan, J. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. El Seminario. Ed. Barral. Barcelona. 1977.
PLATON. La República. Ed. Gredos. Madrid.

5. – Notas
* Aquí solo se brinda parte de la bibliografia utilizada, el resto se encuentra debidamente reseñada en las notas.

[1] Ricardo Landeira. Seminario: Historias de amor de locura y de muerte.
[2] Jacques Lacan. El Seminario. Libro VII. La ética del Psicoanálisis. Editorial Paidos. Bs As. 1984. Pag 22.
[3] Idem Nota 1.
[4] Jacques Lacan. “La instancia de la letra”, en Lectura estructuralista de Freud. Escritos 1, Siglo XXI, México. 1971.
[5] La idea al publicar los Escritos (1966) es terminar con el malentendido que implica la palabra, realizando una obra con valor de verdad más duradero.
[6] Lacan en sus últimos años fue ocupandose cada vez mas por sus matemas y nudos borromeos, destacando la función del silencio en el discurso.
[7] Para ampliar información remito al lector al trabajo “La transmisión del psicoanálisis en una clínica universitaria barrial: ¿una apuesta o un desafío?” Jacquelin Bochar. Publicado en la Revista Acheronta. Número 11 - Julio 2000.
[8] Digo la mayoría, porque algunos entre los cuales me incluyo, ya habíamos realizado entrevistas en el Hospital Psiquiátrico Vilardebó.
[9] Que no es lo mismo que actuar en complicidad con los padres.
[10] Podría utilizar la palabra encuadre, pero considero que es más precisa ésta última, abarcando además ese movimiento dinámico que se da en el entorno psicoanalítico de la escucha clínica: la relación transferencial.
[11] Aristóteles, hace un juego con ethôs a la que da estas dos últimas significaciones.
[12] De mi ponencia “La estética del Placer” dictada en el II Congreso Latinoamericano de Estudiantes de psicología. Santiago de Chile. 1999. Publicada en la Revista electronica “Thesis”. www.rehue.csociales.uchile.cl/publicaciones/thesis.
[13] Idem cita anterior.
[14] Es de destacar que casualmente fue su hija y los denominados de la “escuela del yo” quienes hicieron que fuera perdiendo valor e importancia dentro del psicoanálisis.
[15] Jacques Lacan. Seminario VIII. La transferencia. 1960-61. Inédito. Pag. 14.
[16] Idem cita anterior. Pag 15.
[17] Jaques Lacan. El deseo y su interpretación. Seminario. Versión Inédita. 1958-59.
[18] Jacques Lacan. De un otro al Otro. Seminario. Versión Inédita. 1968-69.
[19] Eduardo Albornoz: Acerca del deseo y su interpretación. Comentario sobre el seminario VI de J. Lacan. Publicado en Revista Acheronta Nº 1. Agosto 1995
[20] Idem nota 2. Pag 370. Esta pregunta le sigue al titulo: Paradojas de la Etica.
[21] Idem anterior. Pag 372.
[22] Idem anterior. Pag 373.
[23] Le llama Lacan saussuriano aunque sea mas correcto decir: lacaniano. Ya que es producto de la inversión de los términos y el rompimiento del signo, quedando el significante por encima e independiente del significado.
[24] Aclaro que este lugar le es dado al analista por el paciente: sujeto supuesto al saber, que ya viene en transferencia permitiendo iniciar el análisis. De no ser así, sería muy difícil que el paciente se ubique al inicio del análisis en la posicion de sujeto supuesto al saber: analizando. Hay que tener presente que la transferencia tiene como soporte y pivote al sujeto supuesto al saber.
[25] Idem nota 2. Pag 381.
[26] Jacques Lacan. “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos II. S. XXI. Bs.As. Pag 569.

Del autismo como síntoma de la época, al síntoma autista.

Estamos en la era de las neurociencias, imperando el rechazo a la subjetividad, y, por lo tanto, la posición de cada sujeto en torno a sus s...