sábado

El Gran Ojo TV (2003)

“Lo esencial es invisible a los ojos”
Saint Exupery.



Asistimos a tiempos de revolución multimedia, con la consecuente transformación en el homo sapiens (1), produciendo cierto desplazamiento de la palabra por la imagen. Ya ha quedado atrás el hombre de la cultura escrita. Y para todo ello la televisión juega un papel fundamental.
La pugna de lo visible versus lo inteligible es cada vez mas notoria en programas que se han abocado hacia la primera modalidad, llenando espacios con cataratas de imágenes simultaneas sucedidas entre si con poca o ninguna relación. Tal es el caso de la publicidad de MTV, donde prima el ver sobre el entender.


La primera pregunta que surge en relación a esto es: ¿la palabra esta siendo destronada por la imagen ?¿Cuál es la enseñanza que están teniendo los niños del presente en relación a la influencia de las imágenes?

Si hay algo que hace diferente al hombre del resto de los animales, (incluido sus primos primates) es su capacidad simbólica. Esto es indiscutible. El homo sapiens siempre fue en su esencia simbólico, entendiendo por esto su capacidad de comunicar a través de un lenguaje. Un tal Karl Von Frisch hablaba de un lenguaje animal, tomando como referencia el lenguaje de las abejas, a lo cual Oscar Masotta en broma decia: ¿han visto alguna vez a una abeja que haga un chiste y envíe a sus compañeras en dirección equivocada?

Con Lacan quedo clara la importancia que adquiere el significante y la lengua para la conformación del sujeto freudiano: el inconciente.

De las investigaciones psicoanalíticas se desprende que el niño es llevado por la madre (o quien este en la función materna) a reconocer su propia imagen en el espejo, imagen que se le muestra homogénea anticipando la forma total de su cuerpo. Este hecho es mas sorpresivo aun porque el todavía no ha alcanzado el dominio de ese cuerpo que se le presenta fragmentado y casi sin control. El niño entonces se posiciona en primer lugar como un otro, alienado a una imagen que en principio no reconoce sino por la presencia de un tercero.

De esto se infiere que la alienación del sujeto a la imagen es inherente a su propio desarrollo como sujeto. A pesar de ello Lacan en el seminario 11 plantea que a diferencia del animal el sujeto no queda totalmente preso (alienado a la imagen) de la captura imaginaria e incluso es capaz de orientarse en la pantalla que le ofrece el otro. ¿Cómo? aislando la función de la pantalla y usándola como mediadora.

Parecería que estamos asistiendo a una nueva alienación del sujeto, una nueva subversión del sujeto, de la mano de una progresiva destronación de la palabra por la imagen. Con los nuevos medios multimedia, que no solo incluye la palabra escrita, y oral sino también, la imagen y el sonido. En particular me interesa analizar lo que la televisión representa, en su calidad de medio visual, por sobre el resto. Ya que se dice que una imagen vale mas que mil palabras. “Non videre ergo non est”. Banalización de la palabra, ajusticiada por una imagen que hace cada vez mas pobre al lenguaje conceptual, siendo el paradigma los informativos en donde se repite con palabras lo que se muestra en imágenes.
En este sentido uno de los inventos tecnológicos mas novedosos de las últimas décadas, se ha convertido al decir de Giovanni Sartori (2) en un instrumento culturalmente regresivo.
A nadie se le escapa el hecho que nuestros niños pasan cada vez mas horas frente al televisor, siendo el sustituto de la educación paterna, e incluso introduciendo al infante a un mundo de imágenes que aun no comprende que significan, antes incluso de que haya adquirido el uso de la palabra.

¿Qué alienación esta acompañada en el acto de tele-ver?
¿Qué lugar estará reservado a la palabra en un mundo donde la imagen lo es todo?

Desde hace años una frase de un importante informativista conocido por todos, repica en nuestros oídos, oficiando de despedida: “así esta el mundo amigos”.

Interesante frase para pensar, ya que el efecto en principio es justamente una anulación del pensamiento, no dando lugar a la interrogación. “Así está el mundo”, no hay nada mas que ver y menos que pensar.
Frase que nos remite al concepto de “aldea global” (3). Y aunque este término sea ambiguo da exactamente en el centro de lo que representa la televisión en la cultura.

Es claro que la televisión anula las distancias visuales (4). Nos hace ver al instante lo que sucede en lugares remotos, creando una ilusión de que asistimos a todo lo que pasa en el mundo y que la televisión llega a todo el mundo. Sabemos que ni una cosa ni la otra son así. Nos enteramos de una ínfima parte de los que sucede, ya que ni siquiera con un informativo las 24 hs. se podrían cubrir todas las noticias. Por lo que hay que hacer una selección. Edición es el término técnico para nombrar el recorte arbitrario que los productores hacen. Y aunque hay muchos informativos nunca deja de asombrar el hecho de que todos pasen las mismas noticias, reafirmando esa ilusión, con que queda el tele-vidente de que “así esta el mundo”, es lo que hay.
Por otra parte quedan millones de personas, (aunque Ud. no lo crea) que aun no poseen televisión y por tanto estas noticias no le llegan.

La alienación nuestra de cada día.

La relación sujeto-objeto para el psicoanálisis no esta dada de antemano, es una construcción, y esta mediada por la estructura del lenguaje.

Es justamente la esquicia entre la mirada y la visión la que hace de la pulsión escópica la que más elude a la castración. Porque se las arregla para quedar por fuera del registro de lo simbólico.
Una cosa es el perceptum y otra el percipiens. En el caso de la pulsión escópica la separación del objeto induce la escisión, la esquicia del ojo y la mirada. Siendo la mirada exterior (objeto) respecto del ojo (órgano). Los psicoanalistas sabemos de la impureza del perceptum escópico de la mano de la topología de Lacan. Sin embargo crean la ilusión de que al gran ojo (el Otro con mayúscula) no se le puede escapar ni el más mínimo detalle.
El gran ojo de gran hermano lo ve todo, recordando al efecto buscado en el icono publicitario que tiene una empresa de señal por cable, con una gran cabeza-ojo bien abierta al mundo.
Esto nos recuerda que vemos desde un solo punto, pero que en contrapartida somos mirados desde todas partes, siendo los reality shows televisivos el súmmum de esta premisa.
Asistimos al panóptico de Bentham en su versión postmoderna. Lleva la invisibilidad del observador al extremo, expresada en las múltiples cámaras visibles y ocultas que están diseminadas por toda la casa.

Nos estaremos convirtiendo en un “homo videns” (5)? En el sentido que todo pasa inevitablemente por la mirada como método de re-conocer-nos en el mundo.

La mirada es perdida entonces en la visión, no se ve en la imagen y sin embargo es esencial en la visión. En este sentido la mirada en tanto objeto faltante constituye el campo escópico.

En el caso de los reality show no solo son miradas que miran, (las cámaras) sino miradas que muestran.

¿Hacia donde va el sujeto en esta nueva experiencia que desnuda la razón y lo inviste de exhibicionista en un caso y de voyeur en el otro?

El concepto de reality show encierra en si mismo una falacia. Nada más engañoso que darle el tinte de realidad a algo que es un show editado (recortado) por los productores, y además en condiciones totalmente anómalas en relación a la vida "afuera de la casa".
Y lo interesante del asunto es preguntarse ¿por que programas como operación triunfo, Gran Hermano y otros, tienen tanta audiencia? Y en contrapartida ¿Es solo por el afán lucrativo que los participantes se exponen voluntariamente al encarcelamiento híper controlado para ser observados por el gran publico?. Debe haber algo más.

Aquí cuenta no solo mirarse, sino ser mirados y mas aun hacerse mirar.

Permite al sujeto fantasear engañarse con su reflejo en la pantalla, al mismo tiempo que goza con la mirada pero sin ser descubierto por quien mira. El tele vidente esta amparado por la seguridad y distancia que marca la “tele- visión” (mirar a distancia) encerrado en cuatro paredes, “espiando la casa en vivo”, pero sin ser visto. Que mejor ejemplo de alienación del sujeto a la imagen del semejante, ese que se le presenta como otro, pero teniendo su misma esencia, intentando robarle algún secreto, descifrando así el misterio acerca de su propia condición de sujeto deseante.
Se podría leer ese acto de mirar como un intento de responder a la pregunta ¿qué desea el otro?, y en el mismo momento apunta al ser mismo de quien se interroga y que en definitiva lo que quiere saber es: ¿qué deseo yo? Característica del sujeto neurótico, encontrado y al mismo tiempo encerrado (alienado) a la imagen de otro.

¿qué es lo que se proyecta en la pantalla que tanto fascina? Habrá cierto retorno incestuoso a la escena primaria en ese acto de tele-ver?
Entre la esquicia del ojo y la mirada esta la pulsión escópica puesta en juego en la tele-visión.
¿Será este objeto televisor un intento de presentificación de esa separación primitiva del objeto de nuestro deseo? ese objeto que esta separado del cuerpo hace mucho tiempo.

Es claro que el sujeto a través de la mirada captura al otro (como) pantalla y desde el se ve, y de ese verse en el otro aparece un punto de goce que esta siendo en estos tiempos cada vez mas escurridizo a la palabra. Ya que una imagen genera otra imagen y no conceptos, aunque la forma que tengamos para exorcizar las imágenes y no quedarnos pegados a la pantalla es justamente el don de la palabra.

Todos gozan a través de la mirada. Por un lado los participantes gozan haciéndose ver, y los teleespectadores gozan mirando sin ser mirados, en un goce cuasi perverso tal cual un voyeur, aunque sea bien neurótico.

¿Qué de la repetición esta en juego, si siempre la mirada del Otro nos vuelve al mismo lugar? A modo de hipótesis propongo que ese lugar de regreso no es otro que al lugar del goce incestuoso, colocándonos en la posición de objeto de ese Otro primordial.

Es entonces la mirada el punto de unión entre mirados y mirantes, ya que en definitiva a través de ella el sujeto goza mirándose desde la pantalla del otro. Siendo claramente una modalidad de alienación al Otro (el gran Otro que puede ser perfectamente la cultura mediática) en el primer caso y al otro (el semejante) en el segundo.
Porque ahí donde ponemos al otro nos encontraremos nosotros en una determinada posición, vuelta contingente ya que la mirada produce imágenes sobre la pantalla, pero a condición de que haya alguien ahí para verlas.


[1] Termino utilizado por primera vez por Linneo en 1758 en “Sistema de la Naturaleza”.
[2] Giovanni Sartori. El Homo Videns. La sociedad teledirigida. Ed. TAURUS. Madrid, 1998.

[3] Concepto acuñado por Marshall McLuhan.
[4] El termino Tele visión significa justamente visión a distancia.
[5] Termino acuñado por Giovanni Sartori. El Homo Videns. La sociedad teledirigida. Ed. TAURUS. Madrid, 1998.

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