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The Joycean society: ¿del escabel al sinthome?





Nora Barnacle, a la pregunta de qué es lo que estaba escribiendo su marido una vez respondió: “yo no sé qué escribe, pero sí sé que se caga de risa toda la noche”.[1] La frase de la esposa de James Joyce deja en claro el júbilo gozoso al escribir y hasta qué punto él mismo estaba tomado por eso que escribía y que resonaba en su cuerpo en estallidos de risa, seguramente pensando en cómo sus lectores iban a romperse los sesos tratando de entender qué fue lo que quiso poner. Y lo consiguió.

Esta claro que la lectura de Joyce no nos deja indiferentes, con sus férreos defensores y en igual medida detractores. Si hay algo que se puede decir de Joyce y su escritura es que se ha construido su artificio, su invención, su sinthome en base a ella, pero lo interesante del caso es que con eso ha logrado causar el deseo de otros. Y esto es lo que interesa aquí: cuál es el trabajo que algunos realizan con su obra.

Su escritura contiene misterio, enigma y secreto que aunque parezcan sinónimos no lo son, ya que responden a distintos niveles del sentido o la ausencia de él. En particular, la obra Finnegans wake, en donde pone en juego todos sus recursos para deleite de algunos y desazón de otros. Ahí articula el sonido con la grafía, tomando a veces las palabras como cosas, siendo una obra que más que hecha para comprender, fue hecha para una lectura en voz alta, podríamos decir.

Pasemos al documental de Dora García, titulado The joycean society, que nos introduce en la cautivante experiencia de una sesión de lectura del Finnegans wake. El documental nos muestra rápidamente una habitación donde alrededor de una mesa grande se encuentra conversando un grupo de 10 a12 personas, en su mayoría mayores de 60 o 70 años. No hay ninguna explicación contextual, pero sin darnos cuenta estamos metidos de lleno en la sala, como uno más, tratando de saber qué ocupa tan apasionadamente a este grupo de personas que forman “the joycean society”.

Leyendo el London Review of Books, comentan que Joyces decía en el Ulises que los profesores del futuro lo iban a leer tratando de entenderlo durante 300 años.

Están apenas calentando, retomando una tarea dejada días atrás, con una mezcla de quien lo hace habitualmente y a su vez con una ansiedad controlada por empezar de una buena vez.

“-Estuve mirando esta semana en Adaline Glasheen y por todos lados en el maldito sitio, y no se puede identificar a casi ninguno de ellos. O ella no pudo, y yo no pude. Entonces uno se pregunta por qué estas presencias son elegidas por estas razones. O ¿qué razones hay detrás de la elección?
-Si es que las hay. ¿O son solo palabras que a Joyce le gusta escuchar? Puede ser que sea eso.  
Estos breves comentarios realizados al inicio del documental guiarán este trabajo.

¿Cuál es el sistema utilizado para el análisis del texto? El procedimiento consiste en leer unos párrafos por turnos y luego comentarlo entre todos. Trabajo de lectura y relectura, intentando localizar el sentido del texto, frases y palabras que según el contexto pueden tener hasta setenta y dos significados diferentes.

Queda claro que ellos están en la búsqueda del sentido, intentando atrapar los orígenes de las palabras y los múltiples sentidos que pueden alcanzar. Incluso tienen una restricción: no se puede decir lo que no se puede probar, manifestando como regla cual creencia delirante que su tarea es totalmente posible, aunque ya llevan 30 años haciéndolo.  

Aquí los encontramos totalmente fascinados en su intento de interpretación, en un goce de la palabra, elevándola a un plano superior. Paradójicamente, a medida que el documental transcurre van en aumento las interpretaciones mezcla de desopilantes y delirantes.

Miller dice que “el lenguaje es esta función que hace ser lo que no existe” (Leer un síntoma). El lenguaje es creador entonces. Y en este trabajo en particular es un lenguaje  reducido a su materialidad sonora. Como veremos, esto tiene sus consecuencias en lo que pueda producir.

Dirá mas adelante: “La lectura, el saber leer, consiste en mantener a distancia la palabra y el sentido que ella vehiculiza a partir de la escritura como fuera de sentido, como Anzeichen, como letra, a partir de su materialidad”. Se refiere, claro está, a la lectura analítica pero igualmente tomemos prestados estos conceptos.

En el trabajo de lectura de la sociedad Joyceana, hay una continua y permanente búsqueda que se choca al mismo tiempo con la inevitable perdida de sentido,  cuanto más difícil un término y más se lo repite, más se sale del campo del sentido. Aunque se pregunten qué razones hay detrás de la elección de la palabra, por momentos el sentido es tan esquivo y fallido como intentar retener agua con la mano.

Ellos van leyendo y releyendo siempre en voz alta, repitiendo las palabras, con la seguridad plena de que así encontrarán algo, aunque lo que está escrito de una forma está llamado a leerse de otra, encontrándose esa forma al pronunciarse en voz alta. Letra que es para ser leída en voz alta. Y leída tantas veces que al final se borra la escritura y las palabras vuelan en sonoros ecos que retumban en las gargantas una y otra vez, a veces hasta el absurdo.

Entre tantas caras añosas que parecen destilar sabiduría se encuentra un jovencito que escucha muy atentamente, en una parte se sonríe al escuchar las casi delirantes posibles interpretaciones del sentido que brindan esos exégetas, como no dando crédito a lo que está escuchando.

En un momento uno dice: “vamos a ir al infierno como consecuencia de leer esto”. Otro responde: “nos encontramos ahí”. -“Nos encontramos ahí… sentenciados a leer Finnegans wake para siempre! Y todos se ríen fuertemente.

Es un momento sublime del documental, mostrando en su esplendor dos caras del goce, como decía Lacan, eso que va de las cosquillas a la parrilla. En este caso, creo yo, el goce de la palabra y el goce del cuerpo respectivamente. El primero lleva al escabel, el segundo esta del lado del sinthome. Estos dos goces se encuentran en todo parlétre, y lo paradójico del caso y mi lectura es que la sociedad Joyceana ingresa por el camino del escabel en la lectura de The Finnegans Wake, pero sin darse cuenta van adentrándose cada vez más en la oscuridad del sinthome.

Ellos mismos saben del riesgo en que están embarcados, advierten del peligro de que esa Lectura pueda convertirse en una adicción aunque, aclaran, más inofensiva que el alcohol. Incluso comparan su grupo con el de un grupo de apoyo terapéutico como para que no queden dudas de hasta qué punto esto les da consistencia.

Para Miller lo que Lacan llama el sinthome es el afecto, en tanto irreducible al efecto de sentido. Joyce en la enseñanza Lacaniana aparece como un sinthome, rebelde al efecto de sentido y por lo tanto inanalizable, al igual que su obra.

Es bien sabido que el encuentro entre la lengua y el cuerpo deja marcas; Lacan llamó sinthome a la consistencia de esas marcas sobre el cuerpo y redujo el sinthome a ser un acontecimiento del cuerpo, algo que le sucede al cuerpo por el hecho de lalengua. En efecto, en Joyce le symptome II, Lacan escribe: “dejemos al síntoma (ser lo)… que es un acontecimiento de cuerpo”.

Cómo tomar, si no, los pasajes en que encontramos a los participantes cada uno por su lado repitiendo una y otra vez una palabra, cual mantra Joyceano, que los deja en su goce autista por unos instantes,  más que para elevarse, para descender quizás un poquito hacia el infierno Joyceano, que compele ahí a hablarse, a hacerse resonar por las cuerdas vocales incansablemente una y otra vez, hasta que la cadena significante se rompe, estalla, quedando apenas algunos eslabones desparramados, sueltos, pero paradójicamente formando parte de un todo. Mientras Joyce, ahí cerquita,  seguramente siga cagándose de risa.

El documental termina:
“-Son y 27. Podríamos también parar ahí. Pararemos aquí porque aún necesitamos cierto silencio.
-Sí, exactamente. Después de toda la charla, tenemos que sentarnos en silencio. ¡No es justo, en realidad! (Risas)” (traducción A. Eidelberg).

Es así, el encuentro con lo real deja sus huellas y se necesita parar para entrar nuevamente en el sentido aunque sea una ficción, aunque sea por un rato.



Bibliografía

Eidelberg, A.:letras. poéticas. lecturas Lacanianas, Buenos Aires, Tres Haches, 2014.
Freud, S.: "El creador literario y el fantaseo", en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 2009, vol. IX.
García, D.: Video "The Joycean Society" y entrevista a la directora por Aaron Schuster, en htp://www.vdrome.org/the_joycean_dora_garcia_test/index.html#infotext
Lacan, J.: "El atolondradicho", en Otros escritos, ob. cit.
Lacan, J.: "Lituraterre", en Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012.
Lacan J., "Joyce el Síntoma. Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012.
Lacan, J. El Seminario, libro XXIII, Le sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2006,
Miller, J.­A.: "El inconsciente y el cuerpo hablante", en Lacaniana, Nº 17, ob. cit.
Miller. “Leer un síntoma”. (2011). Recuperado en: http://ampblog2006.blogspot.com.uy/2011/07/leer-un-sintoma-por-jacques-alain.html
Miller; J. A.: “Conferencia del tema del X Congreso de la AMP en Rio de Janeiro, 2016.
Vallejo Paula. “James Joyce la escritura como ética” En Dossier; Litura. N 4. octubre, 2012.



[1] Vallejo Paula. “James Joyce la escritura como ética” En Dossier; Litura. N 4. octubre, 2012.

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