Estamos en la era de las neurociencias, imperando el rechazo a la subjetividad, y, por lo tanto, la posición de cada sujeto en torno a sus síntomas o acontecimientos de cuerpo no es tomada en cuenta. En el ámbito de la salud mental vemos como se ha producido un reduccionismo de los síntomas a trastornos, imponiéndose el discurso de que es algo que está mal, que además no involucra al portador, sino que es causado por un desorden químico, neurológico etc. y que hay que intentar eliminar o reducir al mínimo posible su presencia. El psicoanálisis es la única disciplina que se plantea al síntoma como una producción y no como un déficit, y, por tanto, desde esta perspectiva el autista es autista como efecto de su invención o solución sintomática para afrontar el mundo. Hay en torno a este tema, como decía Jacques Alan Miller1, una cuestión etica y clínica de no ceder frente al autismo contemporáneo y ofrecer a cada sujeto uno por uno, una salida vía el discurso analítico, apostando en cada ...
Desde el psicoanálisis de la orientación lacaniana se plantea un dispositivo que pone a la transferencia como elemento fundamental, en donde siempre hay un Otro en juego con sus diferentes modalidades, adquiriendo especial relevancia la presencia del analista y sus intervenciones. Aunque esta presencia de por si no garantiza nada, ni asegura que se lo pueda incluir en los circuitos iterativos del autista, si no se sabe como maniobrar para ser incluido. Efectos de la pandemia “La función simbólica constituye un universo en el interior del cual todo lo que es humano debe ordenarse”, decía Lacan en 1954. (1) En este momento a causa de la pandemia de Covid 19, este marco simbólico se vio trastocado, afectando la realidad cotidiana para todos, especialmente en la dimensión espacio-tiempo. Se modificaron los horarios y actividades diarias, interrumpiéndose la alternancia que estas actividades producían entre el afuera-adentro, por ejemplo casa-escuela, casa-plaza, casa-análisis (u otros trat...