Estamos en la era de las neurociencias, imperando el rechazo a la subjetividad, y, por lo tanto, la posición de cada sujeto en torno a sus síntomas o acontecimientos de cuerpo no es tomada en cuenta. En el ámbito de la salud mental vemos como se ha producido un reduccionismo de los síntomas a trastornos, imponiéndose el discurso de que es algo que está mal, que además no involucra al portador, sino que es causado por un desorden químico, neurológico etc. y que hay que intentar eliminar o reducir al mínimo posible su presencia. El psicoanálisis es la única disciplina que se plantea al síntoma como una producción y no como un déficit, y, por tanto, desde esta perspectiva el autista es autista como efecto de su invención o solución sintomática para afrontar el mundo. Hay en torno a este tema, como decía Jacques Alan Miller1, una cuestión etica y clínica de no ceder frente al autismo contemporáneo y ofrecer a cada sujeto uno por uno, una salida vía el discurso analítico, apostando en cada ...