El caso no
es el paciente
Antes de
hablar sobre lo que es la construcción del caso y lo que es un caso
en psicoanálisis, diré lo que para mi no es.
El caso no
es el paciente, el caso no es la estructura del paciente, el caso no
es el sujeto.
El caso es
una construcción que intenta recortar algo de la experiencia
analítica y trasmitirla. ¿Para que? ¿Por que?
Se puede
construir un caso por diversos motivos, clínicos, teóricos, o de
investigación.
Dentro de
los clínicos podrá ser para una supervisión, o para trasmitir algo
(en jornadas, seminarios etc) con lo cual se relaciona con la teoría.
Freud fue
quizas de los pocos, si no el único que realizaba las tres cosas
casi simultáneamente. O sea, clínica, investigación y teoría. No
es lo recomendable al menos hoy, y no tenemos la necesidad de hacer
clínica y teoría al mismo tiempo. Podemos y debemos separar ambas
instancias.
Dependiendo
de que instancia sea la que prioricemos, la construcción del caso va
a adquirir diferentes orientaciones, según la finalidad de la
construcción del caso, seguramente haciendo hincapié en algunos
elementos más que en otros.
Tenemos
entonces una construcción teórica: la teoría psicoanalítica.
Tenemos
también las construcciones del sujeto: síntomas (con sus dos caras
de sentido y de goce), fantasma y sinthome.
Y tenemos la
construcción del caso, que se extrae de la experiencia. Esta
experiencia se refiere a una practica dentro de las coordenadas del
discurso psicoanalítico y con un dispositivo donde la transferencia
constituye un elemento fundamental.
La
construcción del caso comienza con Freud en sus grandes historiales
y el mismo se encargó con el tiempo de hacer una reduccion del
material. (tengamos en cuenta que el estaba dando a conocer la teoría
a través de los casos) Proceso de reducción que también realizó
Lacan desde el caso Aime, tesis doctoral en adelante.
La
construcción del caso requiere del buen uso de las citas, para dar
cuenta de las interpretaciones del analista y sus efectos. Estas
interpretaciones tienen que estar cerca del material, pero
manteniendo un punto de exterioridad, para no girar sobre lo mismo de
la estructura. A la hora de trasmitir esto, nos topamos con lo
problemático del anudamiento entre simbólico y real de la
experiencia psicoanalítica, es decir hacer un pasaje de lo real a lo
simbólico. Siempre teniendo en claro que no se puede traducir lo
real, a lo sumo se puede nombrar y para cada caso adquirirá un
estatuto particular. Una via aproximativa es el síntoma del sujeto y
otra es el fantasma, permitiendo dar sentido en su construcción,
siendo en parte necesario en un comienzo.
Pero no
hacemos una descripción de lo que pasa como mero observadores
objetivos y neutrales.
Freud en
psicología de las masas y análisis del yo dice que en la hipnosis
el paciente se dispone a conformar recuerdos, síntomas y relatos (de
sueños también) a lo que supone que el Otro situado en el lugar del
ideal espera escuchar. A ese mecanismo le llamo sugestión. Esto pone
bajo sospecha el material extraído. O sea que en el dispositivo ya
está la presencia de un Otro, y esta es la clave de la transferencia
que hay que tener en cuenta a la hora de leer el material que se
extrae y analiza en la construcción del caso.
Puede
resultar que al principio sea difícil establecer una prioridad a la
hora de recoger los datos, no saber darle una jerarquía y como
consecuencia traer dificultades de saber cuando intervenir. Puede
haber una tensión entre el temor a influir en el paciente generando
una inhibición y silencio (en el analista) o la construcción
excesiva casi al modo de algunas interpretaciones Freudianas.
Puede haber
muchas formas de construir un caso pero, en general podemos encontrar
en los extremos por un lado quienes aportan el relato bruto de las
sesiones recopilado a lo largo del tiempo como si por si solo fuese a
surgir algo de todo eso y por el otro lado quienes dan la impresión
de hacer un relato demasiado elaborado y consistente, cerrado por
tanto a la posibilidad de pensar algo por fuera de esa lógica
armada.
Entonces,
¿cual seria la funcion de armar un caso?
Es claro que
necesitamos cierta orientación que nos guie en esta tarea.
En primer
lugar, en la clínica Lacaniana la orientación es hacia lo real y
por tanto la construcción del caso seguirá esa lógica.
Desde Freud
queda claro que eso que se llama realidad no es algo objetivo, sino
más bien una construcción. Partimos de la base que las psicosis,
neurosis, perversiones y autismos son construcciones, son formas de
nombrar pero no son lo real. Construcciones teóricas que dan cuenta
de las modalidades de construcciones del sujeto frente a un real que
resiste al saber, a lo simbólico.
Son
respuestas frente a la inconsistencia e incompletud del Otro.
Entonces en
psicoanálisis siempre hay un otro en juego con sus diferentes
modalidades, lo cual lleva a la presencia del analista y a un
elemento fundamental a incorporar en la construcción del caso: la
transferencia. Como ya lo indicaba Freud. Y a pesar de verla como un
obstáculo, lejos de pretender eliminarla la asume totalmente. E
incluso que se genere la neurosis de transferencia es importante para
que las cosas comiencen a caminar. Un caso debe necesariamente
mostrar las maniobras del analista, sus intervenciones, sus
interpretaciones y por supuesto sus efectos.
Por lo
tanto, primera consideración, hay que desconfiar de una construcción
que no contenga elementos de la transferencia en juego. Desde Freud
hasta los testimonios de pase de los A E lo dejan ver muy claramente.
Especialmente como la dimensión del síntoma va cambiando en función
de la transferencia. Ya lo decia Freud en recordar repetir y
reelaborar, que los síntomas cambian de significado bajo
transferencia, o sea adquieren un nuevo sentido. Y esto es asi porque
el síntoma también es una construcción, que tiene un pie en el
Otro, ya que es hacia el analista que se dirige su queja. Y la
presencia real del analista, puesta en acto, da lugar a introducir
algo de lo nuevo, tan necesario para que se avance en el análisis.
Entonces en
relación al síntoma lo más importante no es como venia apriori
sino como se pueda dar cuenta de las diversas transformaciones a lo
largo del análisis, constituyéndose en una referencia, y que es lo
que queda como resto sintomatico al final del analisis.
Primero para
separarlo de las quejas ordinarias de las dificultades de la vida, en
su lado más imaginario, donde el paciente lo interpreta según la
realidad ordinaria, segundo para irle pudiendo dar un sentido, en su
dimensión simbólica, síntoma dirigido a un Otro y por ultimo
profundizar sobre el lado más real, de sin sentido y de goce en
juego.
Siguiendo
esto, podríamos plantear dos tipos de construcciones:
- una que
posibilite la destitución del sujeto supuesto saber de la
transferencia, dejar que el real en juego emerja y con él la
inconsistencia.
- otra que
convierte al sujeto supuesto saber en una referencia ideal que tiene
respuestas para todo.
Yo prefiero
una construcción que mantenga la dimensión del saber como supuesto,
que más que cerrar, de lugar a nuevas preguntas que enriquezcan el
caso. Lacan dice en variantes de la cura tipo: "Lo que el
analista debe saber, es ignorar lo que sabe".
¿Esto
quiere decir que el analista no tiene idea de como manejarse en su
función? Claro que no.
Tomemos como
ejemplo las construcciones de caso que hacen los A E.
Estos no son
extensos a pesar de ser el producto de muchos años de análisis.
Contienen recuerdos limitados, donde destacan menos escenas aun, que
tienen en general un carácter muy simple, pero cumplen un papel
fundamental. En relación a estas escenas, hay un numero reducido de
significantes que provienen de alguna modalidad de Otro (aunque claro
está el sujeto los toma como propios) y que constituyen cierto eje
articulatorio.
Se trata de
palabras oídas o de lo visto, a lo que Freud le llamo escenas
primarias.
Estas
construcciones nos guían en los elementos a tener en cuenta.
Apuntan a la
reducción, a lo mínimo indispensable. (por supuesto que no es fácil
de realizar).
Muestran el
esfuerzo del sujeto en su intento de articular algo, que solo puede
tener sentido o sin sentido para él. Ademas que lo que trata de
resolver con esa construcción, tiene un estatuto de real.
Hacen foco
sobre los significantes del entorno, generalmente más familiar y que
son condensadores de goce para ese sujeto. Esto es básicamente la
estructura de las construcciones de caso de los A E.
Lo que
aparece de lo edipico, o en relación a los padres, es que estos no
aparecen como causa de un síntoma, lo cual le quitarla
responsabilidad subjetiva, sino como anexo. Lo que queda de alguna
manera como resto de los padres, son los significantes que el sujeto
extrae. En este sentido no se hace hincapié en la historia del
sujeto en tanto causa de sus síntomas, sino que hay que buscar la
contradicción entre la determinación histórica y las causas, ya
que la contingencia causal es un gran misterio. Por ej. De saber por
ejemplo porque de dos hermanos que presencian la misma escena para
uno eso pueda devenir algo sintomático y para el otro no.
Insondables decisiones del ser decia Lacan.
En todas
estas escenas aparece más fácilmente algo del deseo del Otro, de su
saber, de sus ideales, de sus dificultades, quedando oculto el tipo
de goce que obtiene el sujeto con todo eso.
En
contrapartida aparece repetidamente las intervenciones del analista,
interpretación mediante, para ayudar a lograr extraer alguna pieza
clave, que el analizante tenia como más oculta o más difícil para
recortar.
Si algo
sabemos de esto es que de la historia familiar, el sujeto teje su
novela familiar y con eso construye una ficción fundamental. Y asi
la tomamos, como su verdad, de ficción.
De las
teorías del paciente pasemos al papel de la teoría en la
construcción del caso. ¿Se arma el caso para demostrar la teoría?
No. Esto obturaría la dimensión singular del caso, que nunca hay
que perder de vista. El caso no se construye para completar la
teoría.
En todo caso
la teoría es un medio que nos permite acercarnos y hacer surgir lo
singular de cada sujeto, y esto siempre excede a las estructuras. O
sea no hay un caso que nombre ni recorte, ninguna estructura clínica,
sino en todo caso que lo ubicamos ahí dentro. Hay algo de la
invención del sujeto que es muy propia e independiente del tipo de
estructura clínica en que lo ubiquemos. Es necesaria una buena
formación y experiencia para lograr esto.
El desafío
es poder describir el caso, tomando en cuenta los síntomas y sus
avatares, sabiendo que no son la estructura, o sea que en todo caso
son su forma particular de ser obsesivos, histéricos etc. Esto es la
invención del sujeto.
Desde Freud
y sus grandes historiales se puede ver como cuando habla del Hombre
de los lobos, de las ratas, de Dora, Juanito, hay un más alla de lo
que podría ser ese caso como simple exponente de una estructura
clínica. Recorta siempre lo singular, y la construcción propia del
sujeto en relación a sus síntomas y fantasma.
Queda claro
que una buena construcción, seria un relato basado en la teoría,
pero que no es totalmente cubierto por ella, ni por el sentido. Nos
encontramos ante los limites de lo real. Y más alla de que se pueda
interpretar el síntoma, siempre cuando aparece lo más pulsional
sintomático, la forma singular de modo de goce del sujeto, va a dar
cuenta de lo más real en juego.
En este
sentido, tenemos que convivir con un saber que deje lugar a la
inconsistencia, del propio analista, de las construcciones del
paciente y de la propia construcción del caso.
Siempre hay
que tener en cuenta, más alla de la construcción del caso, que en
la clínica psicoanalítica, la verdadera construcción es la del
propio paciente y en la comunidad analítica es importante frente a
la presentación de un caso, ver si se ha podido seleccionar lo
esencial de ese caso tomando en cuenta lo antedicho.
Bibliografia
de referencia
Berenguer,
E. ¿Como se construye un caso? Ned Ediciones, 2018.
Freud, S.
Construcciones en analisis.
Laurent, E.
El caso del malestar a la mentira. Revista Lacaniana N° 4.
Miller J. A.
Introduccion al metodo psicoanalitico. Paidos,1997.
Sinatra. E.
De una cuestion preliminar a la construccion del caso: el empleo de
las citas. Revista Virtualia, N° 22.